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𝐋𝐎𝐆𝐑𝐀𝐑 𝐄𝐍𝐓𝐄𝐍𝐃𝐄𝐑𝐒𝐄

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De a poco abrió los ojos tratando de removerse entre las cálidas sábanas, pero un brazo rodeándole la cintura se lo impidió dándose cuenta que también estaba usando el brazo del rubio como almohada por lo que trató de alejarse un poco

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De a poco abrió los ojos tratando de removerse entre las cálidas sábanas, pero un brazo rodeándole la cintura se lo impidió dándose cuenta que también estaba usando el brazo del rubio como almohada por lo que trató de alejarse un poco.

—¿Incómodo? —la rasposa voz de Mikey detuvo sus movimiento.

La habitación estaba siendo iluminaba únicamente por la luz de luna que se colaba a través de las cortinas blancas y de manera inevitable no pudo quedar atontado ante esa imagen que era digna de un cuadro. Manjiro siendo bañado por esa hermosa luz que hacía que esos ojos negros brillaran junto con el cabello rubio algo desordenado.

Tragó grueso —Bueno... —vaciló —Me preocupa que pueda dolerte el brazo mientra yo duermo.

El alfa simplemente lo acercó disminuyendo a cero la distancia, dejando la cara del pelinegro contra su pecho desnudo —Yo me siento como así —dijo batallando por no caer de nuevo dormido —. Relaja el cuello —indicó al notarlo tenso.

—No puedo dormir así, me cuesta respirar —se quejó con las mejillas sonrosadas pudiendo sentir por completo la desnudez de ambos bajo las sábanas.

—Seguiré haciendo esto, así que tienes que acostumbrarte.

Takemichi bufó ante la terquedad del mayor —¿Enserio no te sientes incómodo? —Manjiro quiso gruñir, de verdad que su omega no había escogido mejor hora para conversar que las tres de la madrugada, pero decidió ser paciente —Por qué yo sí, no estoy acostumbrado a dormir con alguien.

—Yo también trato de acostumbrarme —confesó acariciando la cintura del pelinegro. Vio venir otra queja por lo que le dejó un fugaz beso en la frente  —. No harás que me aparte, me preocupa que vayas a tirarme de nuevo dos billetes de cinco mil yenes y huyas. Es mejor dormir así —con lentitud llevo su mano a la espalda de este para fundirse en un abrazo más cómodo.

No se había percatado hasta ese momento que Manjiro estaba impregnándolo haciendo que el sándalo y el agave se junten así creando un ambiente relajante.

—Ya estamos casados, no hay forma de que pueda huir —le dijo en un tono más suave.

—No lo sé —dijo en voz cantarina —. Pero ahora, sé tu nombre y en qué trabajas, así que debe ser más fácil encontrarte esta vez.

Eso último llamó su atención —¿Intentaste encontrarme?

Pudo percibir como Manjiro le daba una afirmación moviendo la cabeza —Sí, por un mes entero.

ᴘᴏꜱɪᴛɪᴠᴀᴍᴇɴᴛᴇ ᴛᴜʏᴏ/ᴍᴀɪᴛᴀᴋᴇ-ᴏᴍᴇɢᴀᴠᴇʀꜱᴇUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum