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El evento deportivo de Yuuna estaba cada día más pronto, y parecía que la pequeña pelinegra había heredado cierto espíritu competitivo por parte su padre alfa. Era normal que la niña le pidiera ayuda a Mikey para cuestiones físicas, no por nada desde muy joven estaba inscrita a clases de artes marciales, pero este evento era el más importante pues sería el último del jardín de infantes.
-Yuuna, ¿recuerdas lo que prácticaste? -preguntó el alfa determinado.
-Si, cuatro en pie izquierdo, dos en pie derecho -contestó de la misma forma.
Takemichi les observaba a ambos con una expresión que era un poco difícil de descifrar mientras le daba de comer a Haruki el varón de sus mellizos quien obedientemente estaba sentado en la silla, y Shiori estaba en brazos de Mikey era igual de tranquila parpadeando sus ojitos negros pareciendo interesada en lo que hablaba. No podía creer que su esposo se estuviera tomando tan enserio un evento infantil.
-Oye, si alguien que no los conoce los escucha, pensará que están compitiendo en los juegos olímpicos -habló pasándole el vasito entrenador al pequeño de ojos también negros -. No tienen que esforzarse tanto.
-Papá , es bueno trabajar duro en cualquier cosa -le dijo su hija -. Para mi, el atletismo es tan importante como en los juegos olímpicos.
-Pero hay momentos en que la cooperación es más importante que la competencia -repuso a lo que Yuuna asentia atenta -. En lugar de competir con amigos en un día deportivo familiar, ¿qué tal trabajar duro para crear recuerdos agradables mientras pasan el rato?
La cara de Yuuna cambió, una muy similar a la de Mikey cuando se molestaba -Aún así, odio perder.
-Definitivamente ganarás esta vez, ¿verdad Sano Yuuna? -le secundó el mayor, a lo que Takemichi suspiró resignado.
-Si, he practicado mucho contigo, así que estoy lista.
-Por algo eres una Sano.
Ambos ahora parecían emanar llamas pudiendo escuchar la risa de Shiori mientras aplaudía, para ella su padre olía chistoso cuando estaba emocionado y determinado por algo.
Por un momento Takemichi pensó que sus esposo estaba más emocionado que su hija.
¿Qué debía hacer con esos genes?
[...]
-Yuuna, recuerda lo que te dijo papá, ¿comprendes? -le dijo el omega mientras caminaban los cinco hacia el complejo deportivo de la escuela. Los mellizos iban en un carrito empujado por Takemichi permaneciendo dormidos -Me preocupa que te lastimes mientras tu espíritu de lucha arde por nada -la niña asintió sin soltar la mano de Mikey en ningún momento -. No sólo mires al oponente de al lado, cuidate.
