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Ambos se encontraban sentados con las espaldas recargadas en el respaldo de la cama, nuevamente el cachorro se negaba a quedarse dormido. Takemichi recostó la cabeza en el pecho de Mikey dejando que el aroma a agave les envolviera mientras que este dejaba suaves caricias en el abultado vientre.
El hogareño ambiente se vio interrumpido el por el teléfono del omega que se encontraba sobre la mesa de noche junto a la cama, en un príncipio le dijo a Mikey que no tomará la llamada, pues eran las 2 de las madrugada que seguro era algún número equivocado, pero la insistencia del número hizo que el alfa contestara.
La expresión en el rostro de Mikey lo hizo preocuparse.
—¿Qué? ¿Paso algo? —insistió.
El rubio lo abrazo dejando salir un poco más su olor —Creo que deberíamos ir al hospital —comentó en voz baja, casi un susurró.
—¿... Por qué al hospital? —preguntó temeroso.
—Tu madre parece haber tomado demasiadas pastillas para dormir —explicó pudiendo sentir como el sándalo en el ambiente cambiaba —. No te preocupes, está fuera de peligro —se separó de a poco deslizando sus manos hasta los antebrazos del omega pudiendo ver así el leve gesto de cabeza que hacía —. Alistémonos.
Takemichi entró en una especie de piloto automático realmente no sabía que sentir al respecto, y en ningún momento soltó la mano de su esposo queriendo reunir las fuerzas suficientes para entrar al hospital, hasta parecía que Gyō había sentido el cambio de su ánimo que había dejado de moverse tanto.
No tenía la intención de interpretar el papel de hijo. Ella fue la persona que lo hizo sentir tan solo al tratarlo como un obstáculo en su vida, la persona que le dijo que no quería ser más que solo un invitado en el matrimonio de su único hijo y la única persona que le importa es ella misma.
¿Por qué lo hizo ir al hospital por algo como eso?
El matrimonio Sano entró a la habitación que las enfermeras le habían indicado. Takemichi apretó la mandíbula mientras Mikey abría la puerta, y ahí estaba esa mujer que tenía los mismo ojos azules.
—¿Qué demonios estás haciendo? —fue lo primero que soltó al verla.
La sigma no pudo evitar ver la barriga abultada de Takemichi antes de responder —No es gran cosa, baja la voz.
—¿No es esto un gran problema? —le cuestionó molesto —. ¿De verdad querías morirte? ¿No estabas viviendo la vida que querías?
—¿Quién quiere morirse? —replicó frunciendo el ceño —. No pude dormir durante unos días, así que simplemente aumente mi medicamento.
