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Cuando Mikey le dijo que irían comer unos simples pasteles de arroz picantes, esperaba algo mucho más simple, cualquier puesto callejero los vendía pero ahora estaban en un local desierto donde solo estaban ellos y como 10 platos delante suyo, casi pierde el apetito al ver tanta comida.
—Escuche que te gustan mucho, así que...
Mikey sonaba emocionado a la vez que parecía no medir la situación, sí, estaba embarazado pero aún no había llegado a la etapa que había leído donde comenzaban los antojos o comer sin control. Le parecía tierno a la vez que exagerado el actuar del alfa, sabía que instintivo de ellos querer atiborrar de atenciones cuando un cachorro venía en camino, el solo pensarlo hicieron que su pecho se calentara.
—Pero, ¿cómo vamos a terminarnos todo esto? —preguntó aún con su postura firme, con las manos sobre sus piernas pues no sabía exactamente cómo actuar —¿Por qué no hay más clientes? Por favor, no me digas que alquilaste todo el lugar o algo así.
—Lo hice —respondió siendo brutalmente sincero.
Takemichi exhaló, ese tipo de cosas lo hacían sentir de cierta manera incómodo. Sacó los palillos del tarro en silencio bajo la atenta mirada del alfa y los clavo sobre la comida para llevárselo a la boca, no podía mentir, estaban deliciosos, ahora estaba feliz y enojado.
—... Si no estas satisfecho con algo, simplemente dilo —pidió Mikey sin comprender muy bien que había hecho mal esta vez.
El ojiazul tragó su comida para responderle —¿Por qué estaría insatisfecho con alguien que alquila un restaurante completo? –soltó sarcástico.
—Entonces, ¿por qué siento como si fueras a apuñalarme con esos palillos? —comentó cuando el omega volvió a clavarlos con dureza sobre la comida.
—Solo estas imaginando cosas Mikey —contestó sin siquiera verlo.
—No lo creo —insistió —. Dime, ¿qué te pasa?
El omega dejó los palillos sobre la mesa para darle toda su atención al alfa —Solo digo esto porque sigues preguntando —lo apuntó con un dedo acusador —, pero no puedes volver a alquilar un lugar completo como este en el futuro. No hay necesidad de mostrar lo adinerado que eres hasta el punto de incomodar a los demás —explicó tranquilo —, este es un ligar donde vienen muchos estudiantes, además que estas cosas entorpecen las actividades del restaurante —exhaló cerrando brevemente sus ojos —. Aunque por supuesto que no estabas pensando en eso, ¿verdad?
Analizó las palabras del menor con interés pero sólo llegó a una sola respuesta —Quería comprar los pasteles de aquí —dijo sincero —, me dijeron que hacían los mejores.
