Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
La luz del amanecer lograba colarse a través de las cortinas que bailaban junto a la brisa tenue. El omega parpadeó somnoliento sintiendo como los brazos de su esposo lo rodeaban en un agarre posesivo sobre su cintura.
Compartiendo una mañana sin preocupaciones juntos por primera vez en mucho tiempo, intercambiando dulce saludos acompañados de un "te amo" correspondido y...
Takemichi frotó su cara contra el pecho del mayor logrando que abriera un poco los ojos —Sé lo que quieres, pero es demasiado temprano, ¿por qué no dormimos un poco más?
—Tu voz es muy sexy por la mañana —respondió bromeando.
Mala elección, eso hizo que el alfa abriera por completo sus orbes negros —Parece que no quieres volver a dormir.
—Estaba a punto de hacerlo —contestó escondiendo su rostro.
Pero no pudo escapar cuando Mikey se levantó para quedar sobre su cuerpo abriéndole de piernas, quedando entre medio de ella —Creo que ya es tarde para eso —sentenció sonriéndole de forma sugerente.
Manjiro le regalo un anillo como aniversario de bodas, y desde el día anterior parece que han vuelto a su fase de luna de miel. Con Yuuna convertiéndose en el punto focal de su vidas, el nacimiento de ella fue una gran bendición y alegría para ambos, pero la presión que el omega se ponía para ser un buen papá le impidió experimentar la felicidad o el hoy.
El alfa tenía razón, no había necesidad de que fuera perfecto o que lo hiciera todo el mismo. Mikey vio que realmente necesitaba un descanso y como una coma en una oración, le dió un descanso... ese soplo de aire fresco, ¿cómo pudo ese hombre hacer que se enamore aún más?
Pensando en el pasado, el tiempo que tenían para ellos, solo los dos, pasó en un instante. Tal vez es por eso que momentos como esos donde solo existían ellos era tan preciados.
Era tan interesante, hicieron todo fuera de orden.
Takemichi todavía se sentía por dejar atrás a Yuuna y pasar tiempo juntos solo ellos dos solos.
—¿Deberíamos volver el año que viene? —preguntó con la cabeza recostada contra el hombro de su esposo disfrutando del aroma que este desprendía —. Solo nosotros dos...
Pero para ser alguien que tenga más amor para dar, sabía que necesitaba amar y ser amado, y finalmente ser feliz.
—Por supuesto, en cualquier momento si es lo que quieres —le respondió sin dejar de mover con parsimonia los dedos sobre las hebras negras.
