Capitulo 14 [14.1]

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Habían muchas cosas de las que Dan se arrepentía

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Habían muchas cosas de las que Dan se arrepentía. Una de ellas era de malbaratar su colección de cómics, incluyendo el ejemplar de Amazing Spider-Man de 1984. De escatimar en la ampliación del dormitorio principal. De conformarse con el rotomartillo Craftsman, de menor categoría que el Extreme de media pulgada que siempre había deseado. Incluso, de cortejar a Lisa durante aquella noche veraniega en 2001. Y éstas podrían seguir, pero eran un cúmulo de cosas sin importancia.

Lo que realmente le aterraba, era perderla.

Tendría que ser un estúpido, con dos dedos de frente al no percatarse de lo mucho que Marisol temía a la oscuridad, de su ansiedad a los espacios pequeños o de su melancólica forma de rememorar su vida en San Francisco. Sin embargo, ésta no sería enteramente culpa suya, si los Gutiérrez hubiesen hablado. Si, maldita sea, Marisol hubiese sido honesta con él.

¿Era demasiado pedir?

<<En absoluto>> le reprendió la bestia <<. Lo importante es hallarla>>

Dan sabía lo poco racional que podía llegar a escucharse. Para una gran parte de la humanidad, el lenguaje verbal estaba destinado únicamente a los homo sapiens, pero el lobo se hacía audible. La mente de Dan y de la bestia coexistían en el mismo cuerpo, llegando a manifestar todo aquello que callaban a terceros.

Sin importar lo ocurrido, Dan tenía que salir a su encuentro. Su vida y la de la bestia misma dependía de localizar a Marisol. Así que se puso a ello, forzando a todos sus músculos a correr cuesta arriba y a no parar.

El lobo se dirigió hasta la cordillera de la mujer dormida, pensando que de esta forma el dulce aroma de su amada seria más perceptible. Inspiró profundamente y notó el especiado olor de un par de cambiaformas que jugueteaban a un par de kilómetros, el prado de flores silvestres y...

Sangre.

Aquello alarmó a la bestia y corrió con todo el ímpetu que sus portentosas patas le permitieron. Sin embargo, fue rebasado por Jacob, cuya agilidad superaba la propia, tomando la delantera. Dicha situación, que en otro momento careciera de importancia, provocó rechazo en la bestia, a tal punto de gruñir al macho.

Dan no podía guardar los buenos modales, pues éstos no tenían importancia. Las imágenes que invadían su cabeza eran cuantiosas, como la lluvia imparable a mitades de Julio, precipitandose en cada recoveco de su mente.

Marisol peinando su cabello junto a la ventana.

Marisol acariciando el hocico de Bruce.

Marisol conversando en el recibidor en compañía de sus hermanas.

Marisol mirándolo furtivamente en el espejo del retrovisor.

Marisol confesandole que le amaba.

Era tan distinto de lo que otras mujeres le habían hecho sentir, se convencía cada vez más. Su voluntad era doblegada por esos ojos castaños que parecían ver a través de él.

REFUGIADAWhere stories live. Discover now