Capítulo 5 [5.1]

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Era vigoroso correr al lado de Jacob, sorteando los obstáculos, saltando sobre las viejas raíces y por encima de los riachuelos

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Era vigoroso correr al lado de Jacob, sorteando los obstáculos, saltando sobre las viejas raíces y por encima de los riachuelos. Estar atento a cada movimiento y sonido nocturno. La tierra debajo de sus patas. El fluido movimiento de las sombras. El viento pegando contra su pelo. Una hora de diversión que aplazaba el momento de la cacería para el final. Se detuvieron a beber una vez que la sed fue insoportable...

Y la vio.

Bajo la luna, el pelo del lobo resplandecía con matices plateados, pleno, lleno de vida. Sus ojos eran dos pozos profundos, oscuros y alertas. Una vez que ella advirtió su presencia, su postura se volvió defensiva. Tan diferente de la despreocupada Lisa que no se habría tomado la molestia de echarles un vistazo.

Dan pudo sentir su persistente mirada mientras bebía. Indagó en irse, pensando que Jacob quizá lo secundara. Si es que el cabrón estaba de humor. Antes que tuviera oportunidad de percatarse, percibió el aroma de otro macho...

Su esencia despedía dolencia, una colonia hedionda que lo acompañaba. Cuando lo vio aparecer, Dan se concentró en las numerosas cicatrices, prueba de las constantes peleas en las que el viejo lobo había participado.

Si su olfato y su memoria no lo engañaban, se trataba de Duncan.

Indeciso al principio, Dan permaneció quieto, planteándose nuevamente la posibilidad de marcharse. En ese instante el lobo gruñó, llamando a su compañera a su lado y sin quitar la vista de Dan. Molesto por el obvio exhibicionismo, Dan se volvió, pero algo en su interior lo retuvo: la satisfacción de ver a su antiguo adversario vulnerable.

Permaneció sentado en sus patas traseras, aguardando. El arrogante hijo de puta no lo toleró, descubriendo los dientes en amenaza y gruñiendo audiblemente en su dirección. A su lado Jacob correspondió la afrenta, tensando los músculos, listo para saltar sobre su ofensor.

No cabía duda, el viejo Duncan no tendría oportunidad una vez que los filosos caninos alcanzaran su carne.

Dan no previó la intervención de Lisa. La loba blanca frotó su hocico contra el costado del cuello del viejo lobo, le siguió un cosquilleó en las orejas y una breve lamida en el hocico, consiguiendo que su compañero apaciguará su temperamento. Aquel inofensivo acto fue como una estocada fortuita en el corazón de Dan, simplemente no pudo soportarlo, salió de ahí tan pronto como pudo.

Su corazón bombeó con fuerza, incrementando su frecuencia cardiaca y pulmonar. Corrió por la vasta zona campestre, buscando templarse, sosegar su ímpetu antes de que éste arruinara del todo la cacería.

Pronto— se dijo.

El aire frío entró por sus fosas nasales junto con el olor de su nueva presa. Dan siguió el rastro hacia el sur, adentrándose en la zona más boscosa. Pudo ver al ciervo olisqueando el pasto a su alrededor. Un presa difícil, un macho adulto con una cornamenta de considerable tamaño. El cuerpo de Dan se llenó de adrenalina, corrió y saltó sobre el macho, logrando prensarse de uno de sus costados. Tratando de defenderse, el ciervo se sacudió, lanzando portentosas patadas a todas direcciones.

REFUGIADAWhere stories live. Discover now