Capítulo 7 [7.2]

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Afuera, la lluvia se había apaciguado, quedando enormes charcos situados a los laterales del camino asfaltado.

Gaby debía de conducir con cuidado, pero no pudo desviar su atención de su taciturno acompañante. Su rostro estaba oculto ente las sombras, evitando todo contacto visual.

—Bien— se dijo —. Es hora de poner las cosas en perspectiva.

Por lo poco que podía deducir, el misterioso amigo del misterioso hombre, le había dejado plantado. Lo que podía indicar que no viviera en los alrededores del elegante vecindario. Gaby indagó respecto a la posibilidad de que se tratara de un homosexual increíblemente ardiente. Quizá, no era un padre de familia. Quizá, no deseaba compartir detalles íntimos con ella. Sobre todo, la razón de porque era increíblemente ardiente. No obstante, la forma insistente en la que llamó a la puerta, la desesperación en sus ojos y su resentimiento posterior, la hicieron sospechar.

Tampoco quería acudir al hospital, ni con la policía. Lo que era aún más extraño.

El misterioso hombre, porque ya no sabía cómo referirse a él, simplemente callaba. Ni siquiera le había dado las gracias cuando acudió en su auxilio. Un dato más sobre su persona, es que no era del tipo agradecido.

—¡No te distraigas!— le recordó su inconsciente —Tienes asuntos pendientes.

Cierto. Había cosas importantes que atender.

Debía volver a casa, puesto que Sofía estaría enloqueciendo.

La tonada de Diamonds por la inigualable Riri en su teléfono celular, hizo saltar a Gaby sobre su asiento.

Hablando del diablo...

—¿Diga?

—¿Dónde diablos estás?— la voz de Sofía sonaba áspera y distante, como si intentara contenerse a sí misma. Nada nuevo dada su naturaleza sobreprotectora.

—En la ciudad. Me encontré con un amigo— pronunció, Gaby, cuidando cada palabra que salía de su boca.

Sofía tendía a dar el revés a todo lo que ella decía.

Pudiste haber llamado. Pasan de las diez.

Gaby ya había revisado su reloj de pulsera, diez con veinte minutos apuntaban las manecillas.

—Lo sé, lo siento. Te llamaré en cuanto termine aquí, ¿de acuerdo?

Gabriela colgó antes de recibir una respuesta. No quería más represalias, conociendo a Sofí, habría quince minutos más de lo mismo.

No obstante, su hermana Sofí tenía razón. Debía volver, era peligroso salir de noche para una joven de su edad y tamaño. En el mejor de los casos, se toparía con algunos conductores verdaderamente exasperantes en sus patéticos intentos de galantería.

Así que iría directo al grano.

—Escucha, necesito que seas sincero...

Ella lo miró fijamente, sin dejar que nada, ni nadie, se interpusiera en el pequeño momento de complicidad establecida entre ambos.

—¿No tienes un lugar al cual te pueda llevar?— agregó, tratando de que su pregunta fuera lo más amigable. No deseaba darle a entender que quería deshacerse de él.

Aunque ese fuera el caso.

—Sé que no quieres ir con la policía o al hospital, a pesar de lo que te... te... ocurrió.

Gaby titubeó.

¿Cómo podía sobrellevar aquel asunto?

Peor aún, ¿por qué sentía la necesidad de sobrellevarlo con delicadeza?

REFUGIADAWhere stories live. Discover now