Capítulo 14

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Thomas

No puedo sacarme la puta canción que cantó Elizabeth en el bar. Me taladra el cerebro, pero no sé si habló de mí, de su novio o la eligió al azahar. Sé que me miró, pero no en todo el proceso de su increíble actuación y tampoco fue cuando llegó el estribillo. Así que creo que solo me miraba para llamar mi atención, ya que soy consciente de que estoy bastante distanciado de ella.

Canta como una Diosa, y siempre he sentido que me perdía en su voz cada vez que lo hacía, pero ahora... No puedo, lo intento, juro que lo intento, pero tenerla cerca me desespera. Sale de mí un sentimiento protector más grande que antes. Tenerla cerca y estar solos ya no es lo mismo.

Confío en ella, plenamente. No confío en mí, en mi capacidad para retener mis impulsos, y no son buenos, ella saca algo que tenía hace bastante tiempo enterrado y siento esa absurda necesidad de mostrárselo.

Le pedí que me haga la flecha que estuvo practicando en frutas. Le enseñé como preparar la piel y todo el proceso para que lo haga. La realizó a la perfección. Posé con un "fuck you" para la foto. Como estaba tan bien hecho, le pedí otro, más grande, más arriesgado, a la altura de mis costillas. Una frase. "Carpe diem" que significa aprovecha el día de hoy o vive el día a día.

Me sorprendió la facilidad con que su letra cursiva y sus manos se movían en mi piel, siguiendo el diseño calcado, acariciando con los dedos enguantados mis costillas. Mi cuerpo reaccionó justamente como esperaba, escalofríos, piel de gallina, sangre acumulada en mi aparato reproductor, qué gracias al pantalón ancho, tipo deportivo que tengo puesto, no se marca tanto el bulto que se formó. Me dijo que quería el mismo, en el mismo lugar; así teníamos algo más en común, un tatuaje de "amistad", sus palabras fueron como un azote en la nuca, recordándome mi sitio en su vida, porque sé que con las chicas también se hizo uno.

Empezar a hacérselo fue una tortura, tocar su cintura y sentir su dolor. Yo ya estoy acostumbrado, pero su piel de muñeca de porcelana es tan sensible, tan receptiva.

Estoy intentando terminar el tatuaje, concentrándome para no pensar en otra cosa, cuando abre su boca.

— Me han invitado a un club sexual, literalmente sexual. — Me tira así, sin previo aviso, mientras que la aguja se encuentra enterrándose en los detalles finales.

— Eli... — Gruño, sin saber que otra cosa decir.

— No sé que ponerme, dijo que necesito un antifaz y un atuendo sexy o sugerente. — Confiesa, arrugando las cejas, procesando seguramente qué tiene en el armario que sea de ese estilo.

Mis manos tiemblan, supongo que de rabia, así que aparto la máquina sin todavía haber terminado. La miro directamente a los ojos para dejarle claro mi posición en este puto momento.

— Elizabeth Jessica Byron o me dejas terminar el tatuaje o te dejo así a medio hacer.

Ella ríe, pero a mí no me causa ninguna gracia. La conversación llega a su fin.Posamos para la foto los dos juntos. Nuestras espaldas pegadas, las remeras levantadas, mostrando nuestros tonos de piel que contrarrestan. Inmediatamente, se me eriza todo, no puedo controlarlo. Ella se ruboriza y apago el celular.

— Quedaron perfectos, te felicito por los que me hiciste. — Digo y me alejo, tocando unas cuantas teclas del móvil para subir, a la cuenta del local, la nueva adquisición.

Estoy limpiando y descartando todo el material que usamos cuando toco el celular nuevamente, para revisar una notificación que me había llegado, sin darme cuenta de que ella está muy cerca y mi fondo de pantalla se ilumina mostrando su tatuaje en el bajo vientre. Me mira. La miro. Quiere decir algo, pero justo la campana del local suena y ella se va a atender.

Querido DiarioWhere stories live. Discover now