Capítulo 28

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Thomas

Cuando supe que Elizabeth ya estaba en el club, le mandé un simple mensaje, desde mi teléfono anónimo.

"Espero que estés preparada para mí, se me complicó con un asunto personal. En un par de horas estaré por ahí. Mientras puedes entretenerte con otras cosas hasta que llegue, te doy permiso. Feliz cumpleaños, preciosa."

Puedo imaginar su cara de furia, porque si hay algo que no le gusta, es que le den permiso para poder hacer algo como si fuera una niña. La respuesta llegó al instante.

"Claro que lo voy a hacer" Listo. Descartado el tema del anónimo.

El papel del anónimo, no fue difícil, ya que usé mi propia personalidad como dominante, y a pesar de que me confesó algo de sus sentimientos hacia mí, necesitaba que me tenga en todas mis facetas y esta era la que más me había costado realizar. En esta posición solo estuve una vez en mi vida, donde me enseñaron varias cosas, pero la entrega con tanta fe y confianza a las personas jamás me salió como algo natural. Quería que Elizabeth sea la primera en tenerme así, por decisión propia.

Mistic y yo nos dirigimos hacia una de las habitaciones que simula ser un calabozo. Me había dicho varias veces que ella no estaba de acuerdo con lo que tenía planeado, pero cuando le expliqué toda la situación, en una de las reuniones que hicimos para programar mi objetivo, dejó de insistirme al verme tan decidido.

Ella ya conoce a la famosa Lilith (Elizabeth) y estaba segura de que aunque yo lo podía resistir, no es propio de un dominante dejarse humillar de esa manera. Hacer esto es como caer bajo en la jerga del club, humillarse. Aunque a medida que charlábamos del asunto la iba convenciendo, ella reconocía que la más afectada al final iba a ser Elizabeth. No le entraba en la cabeza la posición que iba a tomar. A mí, sinceramente, también me costó, pero si quería demostrarle que esto no era para ella, tenía que hacerlo. Es fuerte, sí, pero no conmigo.

Mis tatuajes iban a ser un problema, que logramos resolver. Por eso me vestí con una camiseta ajustada de cuero y un simple bóxer blanco que resaltaba en mi piel bronceada, según Mistic. Mi careta puesta no dejaba entrever mis rasgos faciales y la flecha del dedo estaba maquillada a la perfección. Mistic tomo su cadena y me hizo poner en cuatro patas. Mandó a llamar a la agasajada de esta noche. Yo ya me encontraba transpirando frío, una parte de mí sentía la necesidad de hacerlo y otra me quemaba el orgullo. Realmente, no sabía lo que me esperaba y esta situación era muy incómoda, ya me estaba arrepintiendo de lo que había planificado para esta noche.

— Buenas noches, Lilith ¿Cómo estás? — Dijo Mistic dándole dos besos, sin ni siquiera apoyarse en sus mejillas.

— Mistic, que sorpresa que me estés buscando ¿Algo en lo que pueda ayudarte?

¡Por Dios, qué hermosa está con ese vestido y esas botas! Todo su diminuto cuerpo lo podría manipular tan fácilmente con mis manos. La boca se me hace agua. Está mucho más flaca que a principios del año, seguramente por tanta actividad extra en esta mierda, y aunque es hermosa, necesito que todas esas curvas vuelvan en algún momento a su lugar.

— Me han dicho mis colegas, que eres la mejor imponiendo castigos. — Elizabeth asiente con una sonrisa sexy en los labios. — Bueno Lilith, quiero verlos, te presto a mi sumiso. — Ofreció, tensando la cadena de mi cuello. Reprimí un gruñido, odiando todo esto, pero me recuerdo una y otra vez que es necesario. Mi entrega a ella tiene que ser total, para que me reconozca como un compañero ideal.

— ¿Por qué deberíamos castigarlo? — Consulta ella acercándose. Acaricia mi cabeza como si fuera un perro, mientras yo tengo la vista clavada en el suelo, imitando a todas las sumisas que alguna vez tuve.

Querido DiarioWhere stories live. Discover now