Capítulo 20

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Thomas

No puedo sacarme lo que hicimos con Elizabeth, otra vez, caí de nuevo en la tentación. La veo en el club y cada día se convierte en algo peor que yo. No tiene sexo, al menos no en público, solo inflige castigos y su cara destella hambre cada vez que un o una dominante le regala un tiempo con sus sumisos. A ella le encanta participar, pero no para tener nada carnal. No entiendo y no puedo preguntarle, con el único que la vi entregarse fue conmigo, bueno, no conmigo, sino con el papel que hago en el club. Una idea pasa por mi mente, mientras la miro frente a la computadora del local promocionando nuestro sitio y tomándose un café.

"Me gustaría hacerte un regalo para tu cumpleaños ¿Cuándo es?"

Toma su teléfono y lee el mensaje del anónimo. Mi celular empresarial está en silencio, así que, únicamente observó desde mi parte del local, donde está montado todo el equipo para tatuar, que queda a medio tapar a la recepción dónde está ella, gracias a una mampara.

"Hola anónimo. Es el 18 de junio."

Contesta sin miedo y aunque esto me desanima demasiado, también me hace más valiente.

"¿Quieres algo en el cuarto infernal otra vez, o deseas algo más tranquilo?"

Siento que algo se cae en la recepción.

— ¿Estás bien? — Pregunto en voz alta, viendo como se le ha derramado el café en la mesa y ella trata de limpiar todo con cara de horror.

— Sí, sí. — Contesta ausente.

Obviamente, la ayudo porque sé que se ha llevado una gran sorpresa, la agarré completamente desprevenida, pero debo ir atando cabos.

Apenas terminamos, entra un cliente, al que le tengo que terminar una media manga de animé. Este solo tatuaje me ha dejado el alquiler de dos meses del local y las facturas, lo mejor es que solo lo hice en tres sesiones. Amo lo que hago y sé que Elizabeth también se está animando a más.

No contesta el mensaje del anónimo, creo que logré asustarla. Cuando terminó con el tipo después de un par de horas le vuelvo a mandar.

"Espero no estés asustada. En el cuarto no lo parecías."

"Cuando quieras y donde quieras. Espero que la próxima, en vez de darte aires de dominante, como hasta ahora, confieses que lo que haces es bajo mis términos, porque siempre terminas haciendo lo que quiero."

"Ni hablar, todavía siento tu gusto en mi lengua."

— Thomas, — Me llama. — este fin de semana hay una fiesta en casa, Chris la está preparando, seguramente ya te comentó, pero quería decírtelo yo.

Efectivamente, ya lo sabía y también estaba decidido que iba a ir, pero quería escuchar primero su invitación, ya que la de mi supuesto amigo no fue nada agradable. Me confesó que tenía un regalo exótico y erótico para ella, me preguntó si yo quería participar y al negarme, diciéndole que yo no la veía de ese modo, no volvió a insistir. Presiento que se consiguió otro ayudante para la ocasión.

— Sí, Eli, ahí voy a estar. ¿Necesitas ayuda con algo?

Desde que está con ese idiota ya ni siquiera me necesitaba para hacer las compras semanales. Casi todo lo hace con él, o sola. Sus ojos cada vez están más vacíos y ya no hay casi nada de ese brillo habitual de cuando éramos más chicos, que encandilaba a todo aquel que decidiera mirarla de frente. Sobre todo a mí. Hacía que me mantuviera lejos, pero a la vez cerca de su encanto.

Antes su mundo giraba en torno al mío. Ahora ya no la tengo tan cerca. Sus propios caminos se están abriendo y la están manteniendo alejada de mí.

— No, ya está todo preparado. — Me contesta mirando mis dedos apoyados en sus manos.

Querido DiarioWhere stories live. Discover now