Capítulo 19

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Thomas

Otra noche en el club, observando como la mujer que me da vueltas en la cabeza (en todos los sentidos) hace de la suyas. Puedo separar, afuera sigue siendo la misma niña que se adueñó de mi confianza y donde nos volvimos inseparables, pero acá adentro, es como si ella desatara todo en mí, la parte que se mantenía alejada de su sexualidad. la quiere demasiado. La necesita.

En este preciso momento se está riendo en una conversación que mantiene con una dominatrix y el jodido Luke, que por las señas que hacen, deben estar contando alguna de sus anécdotas para que ella se maraville con este mundo aún más y así aprenda hasta que punto puede enloquecer a las personas que giran a su alrededor. No pasa por mucho la mayoría de edad y ya piensa que con esto se va a comer a todos por el camino, no sé, pero está muy lejos de la realidad, porque no hay vuelta atrás. Yo, después de tanto tiempo, no puedo encontrar una compañera que aguante mi ritmo en la cama.

He intentado millones de veces mantener algo más tranquilo, pero hasta ahora, lo más pausado que tuve, fue el día del recuerdo medio borroso con Elizabeth, en las vacaciones. Y presiento que fue así, solamente porque era ella, y mi inconsciente lo sabía.

Reparo cada uno de sus movimientos, se lleva el vaso de lo que está tomando a la boca y se le escapa una gotita entre medio de esa risa perfecta que atrae a más de uno. Su aspecto por fuera es de una mujer, una hembra que está para comérsela, pero su aura y la mayoría de sus acciones es de inocencia pura, aunque corrompida. Luke, no deja pasar la oportunidad para lamerle la barbilla, cosa que ella acepta gustosa, mientras que la mujer los mira con auténtica lujuria.

Ya sé donde va a terminar esto, me imagino todo lo que va a pasar antes de que suceda. Porque mi mente está envuelta en los mismos deseos que pretenden los dos que están en esa mesa, acompañándola. Las mismas perversiones que me gustaría que comparta conmigo.

Observo como ella se levanta después de que Luke le dijera algo en el oído, haciendo que asienta con una sonrisa tímida. Que de tímida no tiene nada, ya que se recuesta sobre la mesa, con su vientre destapado, dejando que él le vierta líquido en el ombligo para tomar desde allí, acción que repite la mujer y otros se asoman para ver y seguramente querer participar. Pasan su lengua por el vientre tomando las gotas que se derraman mientras ella se retuerce sobre la superficie.

Estallo el vaso de vidrio que tengo entre mis dedos, logrando así, que rápidamente se acerquen varias camareras a querer ayudarme. No me corto, gracias a los guantes que siempre traigo puesto. Estoy enojado, furioso. Mi vena del cuello, siento que se hincha, a la par que ellos siguen su juego. La veo sentarse con las mejillas sonrojadas y ladear la cabeza hacia mí, entornando los ojos de manera seductora, tal vez lo que estaba esperando, era que yo también me acerque a ver el espectáculo.

Desde mi posición distingo que saca el pañuelo de seda con el que le vendé los ojos la única vez que estuvimos juntos en la habitación del infierno y se lo enrosca en el cuello.

De a poco se reincorpora, y no me saca la mirada de encima, viendo la escena del vidrio roto, se muerde los labios. Comienza a caminar, moviendo sus caderas, provocativa. Está jugando con mi paciencia. Me levanto para poder seguirla y ver su siguiente maniobra cuando se pierde en la multitud. No logro distinguirla por ningún lado.

Un sumiso se acerca a cuatro patas con una nota en la boca.

"Mismo cuarto" es lo único que dice.— Buen chico, vuelve a tu lugar. — Le digo en un tono autoritario acariciándole la melena. Este gesto hace que el sumiso se sonroje y vuelva al lado de su ama, quien lo felicita dándole un beso en la frente.

Voy directamente al cuarto del infierno, no hay vuelta atrás. Sé que es un juego para ella, pero a mí me hierve la sangre. Al llegar, la encuentro arrodillada en el suelo, desnuda y con la cabeza gacha. Quiere mi atención y lamentablemente el deseo, cuando la miro, no le da paso a la razón.

Querido DiarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora