*Amaris*

Esa noche volví a tener otro sueño. Solo que esta vez fue distinto. Más vívido. En la mano del cadáver, no había una pieza de ajedrez, sino un collar, era idéntico al de Aurora. Y esta vez el cuerpo era femenino. Se había sentido tan real...

Al despertar, sacudí la cabeza tratando de despejarme. Estaba demasiado alterada.

Tratando de calmar mi corazón, volteé a ver a Lovel. Seguía viendo a la ventana, aullando. ¿Por qué había tomado esa maña? No lo entendía. Nunca había hecho eso hasta hacía un par de noches. ¿La razón? No me pregunten. Me senté en la cama y tomé el brazalete de mi escritorio, me lo puse y le di un toque con el dedo a la gema que tenía en medio. En lo que Alexis se prendía, volteé a ver la ventana. Estaba oscuro. No podía ver nada en absoluto, solo la negrura de la noche. Aún no amanecía, eso era seguro. "Qué necesita princesa?" preguntó Alexis.

— Comunícame a la habitación de Aurora. Necesito.... es estúpido, pero solo quiero hablar con ella. —ordené mientras trataba de acomodar mis pensamientos y a la vez intentaba calmarme. Mi corazón seguía latiendo con velocidad y sentía un cosquilleo desagradable en los dedos. No era el mismo que tuve al estar con Nathan en el baile. Este era como de una corazonada, una muy mala. Pasaron unos segundos. — ¡Alexis!

"La princesa Aurora dejó indicaciones en la tarde de que nadie la molestara en la noche. Tiene un encargo."

— Me vale una mierda. Comunícame. —reclamé molesta.

"Lo lamento, pero eso no es posible" Joder. No es que Alexis se fuera a destruir si por alguna razón me hacía caso una vez en toda su existencia. Después de meditarlo por un momento, me paré de la cama y salí de mi cuarto sin hacer ruido, o eso intenté. No quería despertar a nadie a estas horas. El pasillo estaba oscuro, solitario. Lo único que lo iluminaba era la luz de la luna que provenía de las ventanas y de unas cuantas lámparas de aceite que estaban colgadas en las paredes. Me desplacé hasta la habitación de Aurora y abrí la puerta del cuarto con cuidado. Todo estaba igual de oscuro que afuera, y en silencio total.

— ¿Aurora? — pregunté entrando al lugar, pero cuando logré enfocar la vista a la cama, me percaté de que no había nadie. Caminé más al interior del lugar y vi las sábanas desordenadas. Prendí la pequeña lámpara que estaba en su escritorio para poder ver mejor todo. Su armario estaba entreabierto. Lo abrí y noté que no estaba su traje de guerra. No estaba. Nunca lo usaba solo cuando había una pelea de verdad. En los entrenamientos solía usar otro, no este. El que solía usar para entrenarnos era muy parecido real, sin embargo, este tenía una cota de malla mágica, la cual la defendía de dos golpes seguidos... El tercero era el fatal. Nunca había tenido que usarla.

Sentí un escalofrío, en ese momento el cosquilleo en mis dedos volvió, solo que esta vez recorrió todo mi cuerpo hasta llegar a mi nuca. Esto era malo, si ella se lo había puesto para cualquier cosa, significaba que era grave. ¿Sería una invasión? Y si lo fuera, ¿Por qué no me llamaron? Era parte de la guardia real...Salí del cuarto lo más rápido posible y me llevé las manos a la cabeza, estaba estresada. ¿A dónde carajos había ido?

Empecé a caminar hacia la alcoba de mi madre para preguntarle si estaba al tanto, sin embargo, no estaba. Su recámara estaba vacía. Corrí al cuarto en el que se hospedaba Thomas. Vacío. Eso fue la gota que derramó el vaso para mí. ¿Qué mierda estaba pasando?

Finalmente me decidí a bajar las escaleras. Si estaban tocando un tema delicado, lo hablarían abajo. Me acerqué lentamente y conforme bajaba con cuidado, iba empezando a escuchar susurros. ¿Teniendo una conversación privada a las doce de la noche, madre? ¿Qué rayos planeaba? Me acerqué un poco más al primer piso, y cuando creí que sería suficiente como para escuchar, me pegué al barandal y me agache para no ser vista.

El Reino De Kadvav: Mi Secreto (#1) [En Curso]Where stories live. Discover now