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*Amaris*

Al día siguiente, me desperté poco después de que saliera el Primer Sol. Lovel estaba sentado viéndome. Solo hacía eso cuando tenía hambre.

— Más al rato bajo por comida, recuerda. Desayunos a las nueve. — le reproché haciendo la voz algo ronca para que se pareciera a la de Damon para alegrar un poco mi día, pero fracasé. Me enderecé en la cama y tomé el libro La Familia Blackwood. El color del libro era negro, en la portada tenía un pequeño escudo blanco con un león en frente y unas siluetas de bosque detrás de él. Era el símbolo de su familia.Abrí el libro. Se veía muy bien cuidado. Lo hojeé unos segundos y después me fui a las primeras páginas. Dediqué la siguiente hora y media de mi vida a leerlo. Cuando llegué a la página doscientas, lo cerré. Prácticamente había leído cosas valiosas pero inservibles, todo lo que leí hacía referencia a los antepasados de Damon, estaba a punto de llegar a la parte en donde comenzaban a hablar sobre su abuelo, pero tenía que vestirme para salir a desayunar, y para ser sincera, ya me dolían los ojos. Lovel seguía en la misma posición, solo que esta vez tenía arrugado el hocico y peló los dientes. Estaba enojado. — Ya voy por la comida, vuelvo en un rato.

Salí del cuarto y por inercia volteé al techo, el camino de luces ya no estaba. Faltaba media hora para el desayuno, así que decidí pasearme por el castillo y tal vez entrenar, pero eso se fue a la mierda cuando llegué al comedor. La luz del Primer Sol iluminaba el lugar, y habría sido algo pacífico si no fuera por el montón de gente que estaba corriendo de un lado a otro. Una chica dejaba a tropezones un florero en el centro de la mesa, — que tenía un mantel blanco — y acomodaba las flores mientras que un joven, un poco más grande que yo ponía cubiertos alrededor de tres platos vacíos y colocaba copas de oro blanco. Al lado de las escaleras había una mesa larga con varios platillos y con todo tipo de comida y bebidas. Una mujer chocó contra mí y me dedicó una mirada pesada mientras seguía su camino y ponía una cubeta de hielos en la mesa junto con las bebidas.

Se veía que estaban todos apresurados por alguna razón, y que yo solo sobraba, por lo que decidí ir al patio de entrenamiento. Al menos ahí no estorbaría.

Crucé el jardín y me dirigí a una reja negra que estaba en una esquina que daba a la parte trasera del castillo. Algunos guardias me seguían con la mirada o me hacían muecas. Caminé por un pasillo angosto de cemento y pude distinguir el patio de entrenamiento apenas dejé atrás la siguiente reja.

Estaba Damon.

Traía una camisa negra de manga corta y unos pantalones del mismo color, un carcaj con varias flechas colgaba en su espalda. Tragué saliva un segundo, tenía mucha fuerza física, se podía notar de golpe en sus músculos. Si tan solo hubiéramos peleado esa noche, muy probablemente hubiera perdido si era cuerpo a cuerpo. Ladeé la cabeza un poco. Los músculos se le marcaban por su sudor. Cada que hacía un movimiento con las manos, se le tensaba un poco cada brazo. Aparté la mirada un segundo, pero después lo contemplé con mayor detalle. Si no lo odiara por asesinar a mi hermana, tal vez podría admitir que se veía atractivo. Sujetaba un arco en su mano derecha y una flecha en la izquierda. En frente de él tenía tres troncos de madera y en cada uno había una manzana clavada con un fierro. Después de acomodar la flecha en la cuerda, la lanzó. Esta atravesó la manzana justo a la mitad. Sin previo aviso, tomo la siguiente y la volvió a lanzar contra la segunda manzana. Dio en el blanco. Y lo mismo con la tercera. Hice una mueca de frustración. Nunca se me había dado la arquería.

— ¿Del uno al diez que tan alterados están allá adentro? — preguntó divertido. Por un segundo creí que le preguntaba a alguien más ya que me daba la espalda, pero estábamos completamente solos. Se giró y lanzó una flecha al lado de mi cara, no tuve tiempo de reaccionar más que para cerrar los ojos un segundo. Pude ver mi vida pasar en ese segundo. ¡Me había disparado una flecha! Mi corazón latía rápido y sentí toda la adrenalina recorrer mi cuerpo. Una vez que logré calmarme, lo miré enfadada.

El Reino De Kadvav: Mi Secreto (#1) [En Curso]Onde histórias criam vida. Descubra agora