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*Amaris*

"Hola Amaris"

Esas dos palabras fueron como una ametralladora en mi cerebro y mi estómago. Sabía quién era. Torue sabía mi nombre. ¿Sabría todo el plan? Si conociera la razón por la que estoy aquí, me mataría, era seguro. Con Damon al menos podría pelear físicamente, pero con Torue, con él no. No tenía la necesidad de un combate físico. Simplemente me podía destruir con mentiras y engaños. No tenía oportunidad. Sentí como el estómago se me revolvía y mi corazón comenzaba a latir con fuerza debido al miedo y sorpresa.

Él estaba ahí, sentado. Totalmente tranquilo, mientras que yo estaba muriéndome por dentro. Seguro esto era hasta divertido para él. Yo solo quería saber ¿Cómo?

— Sé de tu plan, sobre matar a Damon. Quieres justicia por tu hermana. — me dirigió la palabra. Sin ninguna expresión que yo pudiera detectar. Nada. Como si estuviera hablando de un tema trivial.

— ¿Cómo...? —fue lo único que pudo salir de mi boca, no comprendía, ¿Cómo se había enterado? ¿Alguien le había dicho?

— Soy un rey, Amaris. — afirmó mientras se paraba y caminaba hacia mí. Sentí un nudo aparecer en mi garganta, el miedo recorrer por mis venas, apoderarse de mí, pero no lo demostré. Yo me había metido en esto sola, ¿No? Yo iba a salir de esto sola, así que traté de calmar mi respiración y mis nervios lo más que pude — Tengo contactos. — susurró con lentitud. Cada paso que daba era como si el tiempo se me agotara. Como si me pusiera a prueba.

—. ¿Y... qué es lo que quieres conmigo?— pregunté, mi voz sonó un poco quebrada, pero me mantuve firme. No iba a demostrarle ni un segundo algo de debilidad. No en ese momento. Esa frase se repetía como un mantra en mi cabeza. No mostrar debilidad. — ¿Vas a matarme? ¿Desaparecerme? Te meterías en problemas con Doh.

— Eres valiente, te lo reconozco. — empezó a hablar, algo divertido — Y no. No planeo ejecutarte, Amaris, de hecho requiero de tu ayuda — me explicó más serio y mi cara cambio a confusión en menos de un segundo, ¿Mi ayuda? ¿Ayuda con qué? Creo que mi rostro expresó suficiente incredulidad porque Torue prosiguió — Tienes dos opciones, pequeña. La respuesta es muy sencilla. — se levantó de la silla y caminó hacia donde me encontraba, mi pulso se aceleró y en esos momentos en serio odié la idea de haber dejado a Lovel encerrado en el cuarto. Solo a mí se me ocurría.

— ¿Y cuáles son las propuestas? ¿Morir o ayudarte con lo que sea que quieras? — interrogué en un tono más agresivo del que me hubiera gustado gracias a un arranque de adrenalina. Torue sonrió divertido.

— Algo así. Te ofrezco una oportunidad. Necesito que asesines a Damon en cuanto puedas. No con el veneno que traes, necesito que lo declares culpable de todo y lo asesines bajo las leyes de tu pueblo. Es el plan que tenías, pero con algunas diferencias, a cambio te ofrezco protección. Apenas termine todo, te enviaré de vuelta a tu reino sin ningún rasguño.

Me quedé atónita.

— ¿Quieres que mate a tu propio hijo? —pregunté asqueada de tan solo pensar en eso. En la idea de que un padre busque acabar con la vida de su descendiente. El recuerdo de Takao vigilando a Damon apareció en mi mente. Algo malo sucedía en esa familia.

— Tengo mis razones, y no te incumben. — me dijo molesto. Inhalé hondo y le sostuve la mirada, era fría, sin ningún sentimiento ni culpa por lo que acababa de pedir. — Es eso, o te ejecutaré por traición y espionaje apenas salga el sol. Tu elijes, pequeña.

— ¿Por qué no lo haces tú? —le reclamé tratando de mantener el pánico bajo control. Era un nudo de pensamientos. ¿Por qué?

— Estás aquí, tu misión es matarlo, es más conveniente para mí. ¿Qué eliges? — exigió firme. Bajé la mirada pensando. Al inicio habría aceptado sin dudar, pero ahora cuestionaba todo: de si Damon era culpable en verdad, de si merecía morir. Sonaba irónico. Pero la manera en la que peleaba con Takao, el cómo vigilaba a todos como si fueran una amenaza para el. El niño que me había dicho que no era culpable y luego no dijo nada más... Torue pidiendo que lo asesinara... Mi misión era matar al asesino de mi hermana, y antes estaba segura de que era él, pero ahora tenía demasiadas dudas.

— Acepto. — le respondí.

No era verdad, pero necesitaba tiempo, tiempo para saber si era o no culpable, todo el tiempo posible para encontrar al brebjón. Tiempo para solucionar todo. Me estaba metiendo en la boca del lobo, pero, ¿Qué no me había lanzado a ella desde que pisé este pueblo?

Torue me extendió la mano en señal de terminar el acuerdo y la tomé fingiendo indiferencia.

— Cuando sea el momento te daré más detalles de que hacer y cómo hacerlo. 

El Reino De Kadvav: Mi Secreto (#1) [En Curso]Where stories live. Discover now