16

56 47 12
                                    

*Amaris*

Lo contemplé tensa, era claro que yo no confiaba en él y él tampoco en mí. Jalé mi mano molesta y Damon la soltó divertido.

— No deberías de estar aquí. —sentenció con un tono algo juguetón. Estaba tratando de pensar que responder, cuando este desvió la mirada al mercado, la gente seguía caminando normal, sin notarnos. Pude distinguir a Takao entre ellos. Por su mirada, podría jurar que buscaba algo. O a alguien. Iba de puesto en puesto preguntando. Damon pareció notarlo también, porque su atención se dirigió hacia allá, y su agarre a mi hombro se suavizó un poco. — Maldición. — dijo en voz baja mientras se colocaba bien la capucha, se veía alterado.

— ¿Y tú? ¿Qué haces fuera del castillo? — Traté de cambiar los papeles, pero no me funcionó.

— Yo soy el que hace las preguntas acá. — se quejó tenso, incluso cuando notó que Takao se alejaba. Me volvió a sujetar más fuerte — ¿Tienes algún tipo de don que te hace aparecer en los momentos más inoportunos? ¿Eh? — preguntó irritado. Me mantuve firme.

— Deberías de dejar de tratarme así, y tener más respeto cuando yo decidiré si mueres o vives, y tienes suerte de que aún no haya decidido que te maten cuando lo mereces, pedazo de idiota. — solté enojada. Al terminar la oración, sentí mis piernas flaquear. Acababa de insultar a un príncipe, un futuro rey, joder. Y siendo Amaris, eso no tendría consecuencias, pero como Thea... habrían demasiadas.

Damon respiró hondo. Tratando de calmarse. Se veía anonado. Era muy probable que nadie en su vida entera le hubiera hablado de esa manera.

— En serio me gustaría explicarte las seis formas en que condenamos a muerte a los que hacen lo que acabas de hacer, y así dejarías de fastidiarme, pero por si no te has dado cuenta, no tengo tiempo para... — su voz se cortó de golpe cuando se escucharon varios pasos cerca. La voz de Takao interrumpió el silencio.

— Muéstrame tu identificación. — ordenó a un chico de algún puesto. La cara de Damon cambió por completo, estaba pálido. Asustado. Estaba asustado. ¿Eso era posible? ¿Le tenía miedo a Takao? Cuando bajé la mirada no ví al lobo. Se había ido. Los pasos se escuchaban más cerca. Lo miré ladeando la cabeza divertida.

— Tú tampoco deberías de estar aquí, ¿Cierto? — lo cuestioné. Apenas terminé la frase, puso su mano en mi boca para silenciarme. Sentí que me quedé sin aliento por varios segundos al sentir aquello. Su mano estaba tibia.

—¿Puedes guardar silencio un segundo? — interrogó. Se mordió el labio pensativo, le iba a morder el dedo para que alejará su mano de mi rostro cuando oí pasos cerca, Damon me tomó de la cintura pegándome a él y rompió el espacio entre nuestras bocas, se abrió paso con sus labios a mi lengua y me sujetó aún más fuerte, puse mi mano en su pecho queriendo alejarlo pero mordió mi labio inferior con cautela y sentí que por un segundo me desarmó, subí mis manos a su cabello y enredé mis dedos en sus mechones, escuche los pasos más fuerte y Damon me volteó quedando él a espaldas de la calle y yo espaldas al callejón, bajó su boca a mi cuello y lo besó con suavidad, los pasos se oían cada vez más lejos. El mundo desapareció por un momento. Mi corazón se aceleró y mi. Ica soltó un jadeo repentino, se sentía demasiado bien.

Las pisadas se hicieron cada vez más lejanas. Pasé mis manos por su cabello, devolviéndole el beso. Sus labios chocando con los míos. Maldición. Cuando nos quedamos sin aire y nos apartamos, fue como si una cubeta de agua helada me cayera encima. Tod a nuestro alrededor volvió. Incluyendo el contexto de la situación. Este se quedó pegado a mi, mirándome, antes de reaccionar y alejarme de un empujón suave mientras se llevaba la mano a la boca.

Lo tomé de la capa de la capucha y lo empujé aún más de lo que él me había empujado a mi, alejándolo lo más posible. Eso no podía haber pasado. Debía de ser una pesadilla. El chico retrocedió al mismo tiempo sin pensarlo dos veces mientras negaba con la cabeza y pasó sus dedos por sus labios algo asqueado. Noté que algo se salió de su capucha, un colgante, pero no lo ví bien por la oscuridad.

— ¿Qué mierda? —pregunté viéndolo. Estaba totalmente aturdida. ¿Acababa de besarme?

— ¿Qué rayos comes? — me interrogó ofendido — ¿Eso es ajo?

— ¡Ah, lamento haber desayunado pan con ajo, Damon! ¡Pero no estaba en mis malditos planes besar al... heredero del reino enemigo! — grité tratando de calmarme. Estaba apretando mis puños lo más posible. Era eso o golpearlo. No sabía si mi enojo era hacía el por besarme, o a mi por corresponderlo por un retorcido momento.

Al parecer, nunca comas pan de ajo en él desayuno si vas a besar al asesino de tu hermana.

— ¿Puedes bajar la voz? — cuestionó mientras se acercaba a mí, tenía una mueca de fastidio y de estrés.

— ¿Podrías explicarme por qué me besaste? Por qué sé que te odio, y creo que lo he dejado muy en claro, y tú también lo has dejado claro. — le reclamé alterada. Acababa de besar al asesino de mi hermana. A la persona que debo de matar en unos días.

— No quería que me vieran. Es sencillo. Si ves a una pareja besándose, te alejas por incomodidad. No seas una niña pequeña, por favor. — explicó —tengo que salir de aquí, ¿te importa? — dijo mientras hacía referencia a que caminara, pero no lo hice. Lo miré, molesta. Mi corazón ya no latía con fuerza por el beso, sino por el enojo.

— ¿Por qué tienes ese lobo? —cuestioné tratando de parecer lo más firme posible. —Nunca lo he visto en el castillo. ¿Por qué escapas de Takao? ¿Qué había en la bolsa?

— No tengo tiempo para esto. — murmuró mientras me tomaba de la muñeca y me jalaba. Me contuve — ¿Vas a caminar?

— Lo haría, pero resulta que no confío en ti. — le repliqué con sarcasmo.

— Que lástima. — Damon me jaló hacia la salida del callejón, pero me congelé al ver lo que colgaba de su cuello.

El collar.

Era idéntico al mío, pero tenía un color distinto. Rojo. ¿Cómo era posible eso?

— Tienes el don de la luna. — susurré anonada. Estaba paralizada. Metió su collar en la capucha lo más rápido que pudo y me observó, como si estuviera pensando que hacer conmigo, estaba analizándome. Su mirada era indescifrable, no sabía si era enojo, frustración, miedo, estrés...Pero no pude descubrirlo.

— No tengo tiempo. — fue lo único que me dijo, cortante. No me dió ninguna explicación, me sujetó de la muñeca de nuevo y sin darme tiempo de reaccionar comenzó a caminar fuera del callejón jalándome con él, pero al dar unos pasos chocamos con Takao.

El Reino De Kadvav: Mi Secreto (#1) [En Curso]Where stories live. Discover now