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*Amaris*

Seguía sentada en el comedor, inmóvil. Jugaba con mis dedos, nerviosa. Tratando de dejar de pensar en la chica. En la sangre que caía de su cuello. En como la vida se escapaba de su rostro lentamente. Traté de aferrarme a las palabras de Damon.

<< No sobrepienses esto>>  

Tarde. Había recreado la escena en mi mente como diez veces.

<<Era una fanática de la realeza, vino a matarte>>

Alguien estaba dispuesta a matarme. Y dijo que el pueblo pensaba igual. No estaba a salvo, ni siquiera en el castillo, con o sin intrusos.

<<Ella lo decidió, fue su culpa>>

Estuvo dispuesta a morir por tan solo librar a Damon de una carga o peligro. ¿Cuánta gente estaría dispuesta a eso allá afuera?

Pasé mi mano por mi manga. Por la carta. No me atrevía a abrirla aún, no en el comedor con tanta gente pudiendo ver. Tenía que estar segura. Aunque eso no hacía que la curiosidad también me carcomiera. Era raro el estar asustada y tener esa sensación de necesidad al mismo tiempo. Eran como dos fuerzas chocando. Una me decía que me quedara ahí, como dijo Damon, y otra que me fuera a otro lado para leer la carta.

¿Cuál debía seguir?

Por un lado, el pueblo ahora era más peligroso para mí. (O más bien siempre lo fue, pero apenas lo noté) Y por el otro, estaba en un castillo lleno de asesinos que me matarían sin pestañear apenas recibieran las órdenes. Este era el segundo día de los que me había dado Torue. Días que la persona más peligrosa del reino me había dado para asesinar a Damon.

Pero no podía. Ya no...

Después de la conversación con el niño aquella noche, sentía que había algo más en todo este enredo. Había probabilidades de que Damon no la hubiera matado, y si no era así, necesitaba encontrar al asesino. A eso había venido, a matar a la persona que mató a mi hermana. Ojo por ojo. Y si no era Damon, ¿Quién pudo serlo? ¿Algún guardia? No, mi hermana era buena guerrera. Mejor que todas. Parte de mí no quería pensar en eso, pero sabía que tenía que hacerlo. Porque ahora dudaba. Dudaba de si Damon era culpable o inocente. Yo lo ví con el cuerpo, peleé con él, pero no lo ví matarla. Si Damon no fue, ¿Quién más pudo ser? ¿Alguien lo suficientemente importante como para que nadie hable? ¿Lo suficientemente poderoso para que Damon no lo entregara, y para que el chico de esa noche no me dijera quién? ¿Takao, tal vez? No.. Damon se habría deshecho de él con eso, se odian. Capaz incluso y si era Damon, y solo estaba haciéndome enredos yo sola.

Mi mente regresó a la conversación con el niño aquella noche en el pueblo. Cuando le pregunté si tenía pruebas o sabía quién era el asesino, se puso triste, pero ¿Por qué? Pasé mi mano por donde tenía guardada la carta. ¿Quién se podría beneficiar de la situación? ¿A quién no estoy viendo? Mi atención se dirigió a Torue. Me había pedido que asesinara a Damon. Su propio hijo. Tendría sentido, un asesino a sangre fría. Un rey que quiere conservar el trono. Tal vez Damon lo amenazó con decir que el mató a Aurora, y por eso quiere que lo elimine de la jugada. Es lo suficientemente listo como para hacerlo él, pero si yo mato a Damon por vengar a mi hermana, si pareciera como si Damon fuera el culpable, se armaría un escándalo y aún saldría impune. ¿Torue mató a mi hermana? Tal vez estaba en el camino correcto, solo que era el padre. No el hijo. Solo que no tenía pruebas.

La puerta del castillo se abrió. Cuatro guardias sostenían las puertas, permitiéndole el paso a alguien: Torue. Sentí como mi sangre hervía del enojo. Mi pecho subía y bajaba con velocidad.

— ¿Qué pasó? — preguntó hecho una furia mientras ingresaba al comedor con paso decidido. Takao estaba a su lado, callado. — ¿Por qué no se me notificó del asunto apenas pasó? — dijo deteniendo a un guardia con brusquedad. Sus ojos estaban llenos de ira.

— El príncipe dijo que no se le molestara, que él se encargaría del asunto. — murmuró el chico tratando de mantenerse firme. No lo había visto antes. Tal vez era nuevo.

— El príncipe no tiene poder en esas elecciones. Cualquier cosa que suceda en el castillo, por más mínima que sea, se me dice a mí. Su rey. ¿Quedó claro? — replicó Torue en un tono amenazador. El chico asintió con la cabeza.

— Quedó claro su alteza. — dijo inclinándose antes de seguir su camino. Torue se acercó a mí. Tenía un paso firme e imponente, pero no me intimidó. No en ese momento. En ese segundo lo único que sentía era la necesidad de asesinarlo. Todo de mí quería matarlo. Pero una cosa muy distinta era poder. Emocional y lógicamente.

Él no tenía ni idea de la carta.

— No... — murmuré agachando la cabeza.

—Te van a interrogar, para saber cómo pasó todo. ¿Sabes a donde se fue mi hijo? — replicó en un tono frío. Negué con la cabeza de nuevo. Era verdad, el chico solo se había ido diciendo que encontraría quien era la chica. Esperaba que supiera la respuesta ya. Presiento que el interrogatorio a los conocidos y familiares no eran solo preguntas amigables. Sentí un escalofrío de tan solo pensar en que podría pasarles — Búscalo. — se dirigió a Takao. El hombre asintió con la cabeza antes de salir del castillo. — Tú y yo tenemos que hablar, Thea. Cuando el Segundo Sol empiece a ocultarse, en el patio de armas. — me ordenó frío. Distante.

— ¿Tengo otra opción? — pregunté con la voz algo ronca mientras me preparaba para seguirlo. Ni de loca me quedaba sola.

Torue sonrió irónico antes de dirigirse a los guardias.

— ¡Cualquier cosa nueva que salga, se me informará de inmediato! — les dijo firme. Torue se dirigió a la puerta del castillo y mientras caminaba todos se inclinaron. Yo en su lugar, solo salí primero.


El Reino De Kadvav: Mi Secreto (#1) [En Curso]Where stories live. Discover now