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*Amaris*

El día anterior no había hecho gran cosa, para ser sincera. Me la había pasado en mi cuarto tomando notas del libro que había terminado, para tratar de entender mejor. Hoy no había visto a Damon en todo el día, como si se hubiera esfumado. Había entrenado un rato en el patio, pero mi mente solo se podía enfocar en él. Habían demasiados cabos sueltos en todo... Y sentía que habían más secretos en este reino de los que creí. La muerte de los tíos y el primo de Damon... la muerte de la reina... la tensión que había entre Torue Damon, y, Torue en sí. Habían demasiadas cosas en él que no podía comprender, y solo lo había visto una vez. Él desayunó más temprano que todos y no comió en el castillo.

Me estaba quedando sin tiempo.

Se suponía que en dos semanas debía de decidir, y eso significaba volver a Doh y matar a Damon. Se me revolvió el estómago con tan solo pensar en la idea de asesinar a alguien. Pero a la vez, quería hacerlo. Estaba ahí para hacer pagar al asesino de mi hermana, y lo haría. Enfoqué de nuevo mi mente, no podía irme sin saber más.. Aún me faltaba encontrar al brebjón, y, tal vez con un poco de suerte ponerlo de mi lado, no solo asegurarme de que no resultara afectado con la invasión que estaba planeada.

Mi mente se fue al libro del don lunar que tenía en mi cuarto. Probablemente contenía todas las respuestas para los problermas que tenía con mis poderes, pero a la vez no quería leerlo. Aún no. Sentía que sería como seguir adelante, sin mi hermana. Sin Aurora. Aún no estaba lista para ello.

Me tumbé en mi cama y miré la ventana, ya pasaban de las doce. No había ido a cenar, no tenía hambre. Me dí la vuelta para dormirme. No sé cuánto tiempo estuve con los ojos cerrados, tratando de quedarme dormida, si diez minutos o dos horas, pero mi mente estaba saturada con demasiados pensamientos. Después de envenenar a Damon, ¿Cómo planeaba escapar de Kadvav sin que me mataran? ¿Debería de abortar el plan y saber más sobre esta familia tan enferma? ¿Cómo carajos iba a descubrir quién era el brebjón? ¿Lograría convencerlo de ayudarme?

Sentía que todos mis pensamientos empezaban a ahogarme, cuando el gruñido de Lovel me hizo abrir los ojos y levantarme de golpe. Me volteé buscándolo en la oscuridad. Estaba en la ventana, mostrando los dientes. Miré hacia el patio de entrenamiento, la luna iluminaba un poco el lugar. Contemplé una silueta moverse. Pero no logré distinguirla. No era humana. Iba en cuatro patas y rápido. En eso, sentí una picazón extraña en mi cuello. Me lo toqué por inercia. No era una molestia, era más como un presentimiento. Volteé a ver a mi cajón, una luz azul emergía de él, así que lo abrí. La luz provenía de mi collar lunar. Lo tomé algo aturdida, nunca había hecho eso. Lovel agachó las orejas y empezó a gruñir más fuerte. Volví a mirar a la ventana.

Ahí seguía el animal. Pero estaba aún muy oscuro como para identificarlo. Apreté los labios algo nerviosa y decidí salir a ver. Me dirigí a la puerta de mi cuarto y comencé a caminar hacia la salida del castillo después de cerrarle a Lovel con seguro para que no me siguiera. No podía arriesgarme a que lo vieran más personas. Ni a meterme en problemas por él.

Las luces seguían en el techo. Aún se dirigían a la puerta, la atravesaban. Noté que no había ningún guardia ese día, lo cual era raro. A la hora de abrir la puerta con todo el cuidado posible, noté que el camino de luces llevaban al pueblo, pero eso sería para otro día. Sentí una ráfaga de frío y se me erizó la piel. Traía el collar lunar en mi mano. Comencé a caminar al patio de entrenamiento cuando un lobo salió de las sombras. Me quedé paralizada del impacto, no podía moverme.

Seguro es un sueño, pensé. Pero sabía que no era así.

Su pelaje era negro como la noche, sus ojos de un rojo vivo, demasiado imponente. Caminó hacia mí lentamente, cada paso que daba parecía majestuoso. Por alguna razón no sentí miedo. Me hinqué lentamente para quedar a su altura. Nos miramos varios segundos. No era un lobo ordinario, eso era seguro. Alcé mi mano, insegura y lo acaricié un poco, apenas terminé la acción, hizo una leve inclinación con la cabeza y salió corriendo hacia el pueblo. Me paré de golpe y lo seguí a toda prisa. No era broma cuando decía que deambular en el pueblo se me hacía cotidiano desde hacía unos días.

Casi todas las luces en el pueblo estaban apagadas, a excepción de unas cuantas viviendas en las que se oían voces y música. Empecé a sentir pánico con cada paso que daba. Me estaba alejando mucho del castillo y no conocía el reino, pero mi curiosidad me mataba. Quería saber a dónde iba el lobo, aunque ya lo había perdido de vista. Noté que llegamos al mercado, y, como de la nada, la calle se fue llenando de gente y de puestos. Me puse en estado de alerta cuando sentí varias miradas en mí. ¿Había sido una mala idea seguirlo? Probablemente. ¿Iba a regresar sin encontrarlo? No lo creo.

Seguí caminando y bajé la mirada para evitar a las personas. Buscaba con la vista al lobo, como si fuera mi salvación. Miré al frente, ya casi se terminaba el mercado, y con eso Kadvav. El muro me recordaba que estaba atrapada aquí hasta nuevo aviso.

Vi algo negro pasar por uno de los puestos: el lobo. Caminé más rápido hacia el puesto. El animal se había detenido al lado de una persona. Esta ultima traía una capa negra que le cubría desde las piernas hasta la cabeza. El señor del puesto se agachó por algo, una bolsa pequeña. MIró al encapuchado y le susurró algo al oído mientras pasaba una fruta y la bolsita a la capa de la persona. Mis piernas seguían moviéndose hacia ellos. Sentía que mi curiosidad estaba por matarme. La persona se agachó hacia el lobo y le dio la bolsita en el hocico, empezó a caminar y el lobo fue detrás sin pensarlo. Arqueé las cejas intrigada y apreté el paso. A los segundos, el lobo se detuvo en un callejón y se volteó hacia mí de golpe. Dejé de caminar cuando la silueta de la persona desapareció por el callejón. No tenía nada de luz. Medité un segundo mis opciones. Tomé todo el aire que mis pulmones pudieron y me di la vuelta en el callejón. El lobo seguía parado, viéndome pero no había nadie.

Entonces entendí la mala idea que había sido todo esto. Tragué saliva nerviosa, estaba a punto de darme la vuelta y regresar, cuando sentí una mano tocar mi hombro, ahogué un grito y lancé un golpe contra la persona que estaba detrás de mí, pero tomó mi puño y sentí como la me empujó contra la pared. Mi vista enfocó a la persona de la capucha:

Damon.

—¿Qué no te enseñaron a no seguir a extraños en la noche? — replicó en un tono irónico, pero su voz salió firme y algo seca. 

El Reino De Kadvav: Mi Secreto (#1) [En Curso]Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum