14

65 52 11
                                    

*Damon*

Recuerdo haber estado en mi cama, llorando. Apenas y quería salir del cuarto. Las lágrimas resbalaban por mis mejillas por horas... El dolor de cabeza, el sentimiento de un nudo en la garganta. Todo eso era demasiado para un niño de diez años, pero supongo que grande o chico, nadie te prepara para la muerte de tu madre. Y menos aún para la manera en la que había sucedido con la mía. 

— Te traje un vaso de agua... — escuché la voz de mi primo, Abdul, era unos años menor que yo. 

— No tengo sed. — dije cortante.No sabía que decir, nisiquiera quería hablar sobre el tema, sobre nada. Era como si me hubieran quitado una gran parte de mí. Las imágenes se reproducían una y otra vez en mi cabeza.

Al vivir con  Torue, había aprendido a mantener escondicas mis emociones, pero esa vez se desbordaban y me lastimaban sin cesar. El chico dejó el agua en mi mesa de noche. 

— Mi papá dice que tengo que ir al patio en media hora, quiere alejarse de Kadvav un tiempo... — masculló el menor. 

— ¿Tú que piensas de eso? — pregunté intrigado. Él solía hacer todo lo que sus padres dijeran sin pestañear, les tenía demasiado respeto, incluso si él no estaba de acuerdo en algo. Era algo que comprendía, porque respetaba a mi madre y la amaba, pero nuca había comprendido porque le demostraba el mismo respeto a su padre.

— No quiero irme. — dijo en voz baja. Sentí una oleada de miedo invadir mi pecho, mis tíos y el eran lo único que me quedaba después de todo... Y planeaban irse. Abandonarme. 

— Pues no lo hagas. Se irán con o sin ti... si te escondes el tiempo suficiente tal vez te dejen... — propuse. Abdul me dedicó una sonrisa y se la devolví. 

—  Mi padre va a estar furioso. — dijo ansioso. Asentí con la cabeza. Heloise era una gran persona, pero tenía poca paciencia a veces...

— Para cuando regresen se le habrá pasado. Ahora vamos a esconderte. — dije jalándolo de la mano mientras me levantaba. 

— ¿A dónde vamos? — me preguntó mientras nos dirigíamos al comedor, miré encima de ambos, había un camino de luces que llevaba a la puerta del castillo. Lo seguimos. Sentí como el chico se tropezó con una planta y lo sujeté más fuerte. 

— Con un amigo. — le susurré. 





Sentí la mano de Abdul tocar mi hombro. Sacándome de mis recuerdos y lo volteé a ver. 

— ¿A dónde vamos, Damon? — me preguntó serio. Fruncí el ceño. 

— Necesito que hablemos. —  reproché algo molesto por tener que dar una explicación. Estábamos saliendo del castillo, miré a los guardias que abrieron las puertas, y apenas terminaron la acción se inclinaron. Un gesto incrédulo, dado que yo ya sabía dónde estaban sus lealtades. — solos.  

Seguimos caminando, en silencio. Mi vista se desviaba a todos lados, esperando reconocer a algún espía, porque sabía que él los tenía. 

— ¿Vamos a ir con..? — prosiguió el chico. 

— No. — lo corté de golpe. — estoy molesto con él. 

— ¿Por? — se quejó Abdul. Hice una mueca. 

— Es complicado, luego te cuento. — mascullé algo irritado. No se lo iba a decir, no a él. Seguimos caminando, cuando llegamos al mercado, jalé al  menor a un callejón y agaché la cabeza rogando porque no me reconocieran. 

— Habla. — reclamó y arqueé ambas cejas. Sus ojos cafés se abrieron muy atentos cuando di dos pasos hacia él. 

—Quiero terminar con todo. — susurré. Me miró confundido. 

—¿Con qué? — cuestionó interesado. Me lamí los labios y volví a hablar, porque al parecer tenía que ser más claro.

— Con todo. Con Torue. Voy a matarlo. — dije firme. El chico se puso pálido. 

— Damon... — empezó a decir, se veía asustado — No creo que sea buena idea. 

— ¿Por qué no? — reproché enojado —Tenemos aliados fuertes de nuestra parte. Si sigue en el trono va a acabar con el reino en unos años, Abdul. — sentí mi pecho subir y bajar lentamente. Estaba alterado. 

— De acuerdo, lo matas. ¿Después qué? ¿Estás seguro de que el reino te va a aceptar como el nuevo rey? 

— Eso espero. — dije en susurro. Abdul bajó la mirada pensando, analizando la situación. 

— Sabes que te apoyaré en todo, incluso en esto, pero por favor, dime que tienes un plan. — asentí con la cabeza. 

— Mañana en la noche, iré por el veneno con un contacto confiable. Lo pondré en su comida pasado mañana. Esto termina ya. — mascullé, sabía que era una jugada arriesgada, pero la necesitaba. Mi paciencia se agotaba cada segundo que pasaba.— ¿No crees que es poético, Abdul? Morirá envenenado. Supongo que incluso conociendo la historia se puede repetir.

— Bien. ¿En qué te apoyo? — aceptó después de unos segundos de silencio y sonreí. Iba a matar a ese bastardo. Todo iba de acuerdo a mi plan.

El Reino De Kadvav: Mi Secreto (#1) [En Curso]Where stories live. Discover now