Una sociedad que teme

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Disclaimer: De Horikoshi todo, excepto los OCs que no se reconozcan.

¡Aquí va el segundo capítulo! Pondría un trigger warning de infodump, pero creo sinceramente que hay información relevante para ciertos personajes más adelante. A esto me refería cuando avisaba de que era un poco lento, me gustó tomármelo con calma :P. ¡¡Muchas gracias por leer y comentar!!

La corrección va bien. Os llevo unos 18 capítulos de ventaja (he empezado a corregir el 20, una escena de Dabi, la segunda que escribí de él,  que formaba parte del inicio del fic y ahora está en la mitad, ha ido saltando hacia adelante con ganas xD) y además ya están revisados y listos para colgar (salvo estas notas de enrrollarme) hasta el número 5.

Pensando una y otra vez que aceptar acudir a la terapia de grupo ha sido un error, Hitoshi Shinsou intenta que su expresión corporal no trasluzca su pesimismo

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Pensando una y otra vez que aceptar acudir a la terapia de grupo ha sido un error, Hitoshi Shinsou intenta que su expresión corporal no trasluzca su pesimismo. La sala es menos acogedora de lo que había esperado inicialmente y sigue sin sentirse cómodo en ella. Su única referencia de las terapias de grupo hasta haber comenzado esta han sido las que aparecen en películas y series, pero no había esperado que su imagen mental fuera tan similar a lo que está viviendo. La sala es aséptica e impersonal y, aunque la iluminación es cálida, resulta demasiado brillante para las paredes claras, que reflejan la luz y la hacen más parecida a la sala de espera de un hospital que a la acogedora consulta de su psicóloga, alfombrada y con cómodas butacas en las que sentarse, un diván donde reclinarse, o un escritorio con sillas cómodas si desea algo más formal o protocolario.

Son cinco personas incluyéndole a él, además del terapeuta. Hitoshi ha tenido que desplazarse desde Musutafu hasta Nagoya, casi dos horas de viaje, pero su psicóloga le ha hablado muy bien de estas sesiones de grupo, del psicólogo que las dirige y está relativamente segura de que puede ser beneficioso para su terapia en el punto en el que se encuentra. Ha sido difícil conseguir un hueco en uno de los grupos: además del informe de su psicóloga, ha tenido que soportar tres incómodas entrevistas a través de videollamadas con el terapeuta. Incómodas, porque al menos a su psicóloga la conoce desde hace tres años, tiempo suficiente para que esta haya conseguido su confianza.

Tampoco comprende muy bien algunas de las cuestiones que el terapeuta ha insistido en plantear durante el proceso. «¿Qué importancia tiene eso?», había preguntado Hitoshi, exasperado, durante la primera entrevista, cuando el terapeuta, tras un exhaustivo, aunque con mucho tacto, interrogatorio acerca de qué estudiaba, de sus relaciones familiares, sociales, le había preguntado acerca de su vida romántica y sexual. La respuesta, amable y comprensiva acerca de la necesidad de información para poder trabajar adecuadamente y ajustar el grupo de la terapia a sus características concretas, no le había resultado satisfactoria, pero al final había contestado: «Ninguna. Ni sexual, ni romántica».

«¿Por decisión propia?». Hitoshi había contestado que no, pero no había dado más explicaciones y al terapeuta había parecido bastarle. No es algo que se plantee, porque no hay manera de trabar confianza con ninguna persona más allá de la inevitable explicación sobre cómo funciona su Don. Mientras el resto de la gente suele hablar con más o menos entusiasmo del suyo, normalmente antes incluso de que haya una cita formal, la simple mención de que Hitoshi puede controlar las acciones de alguien con solo contestar una pregunta suscita suficiente desconfianza como para terminar cualquier relación incipiente en ese punto. Ha probado a dilatar el momento lo más posible, a explicarlo desde el primer minuto con el máximo tacto que ha podido, a tratar de esquivar el tema, pero en una sociedad con Dones, a la gente le parece un tema importante. Unas personas, porque consideran que es algo interesante de lo que charlar para romper el hielo. Otras, porque creen en las compatibilidades entre Dones como si de un horóscopo se tratase. Las menos, porque quieren presumir del que tienen o averiguar si el de Hitoshi es peor. En cualquier caso, los reparos de sus posibles intereses románticos a contestar cualquier pregunta por miedo a terminar coaccionados acabaron con las ganas de ligar de Hitoshi.

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