¡Estoy en Harry Potter! {Draco Malfoy} | El cáliz de fuego.

Capítulo 51; Sincerándome con Draco.

Miro cada minúsculo detalle de aquel pedazo de papel, examinando cada facción de aquellas personas, que por razones extrañas –las cuales me niego a aceptar– somos idénticas. El chico es la copia idéntica de Draco, de mi Draco.

Siento como me falta el aire, necesito respuestas claras, necesito más que leer un puto libro antiguo, necesito alguien que me ayude a saber más de mi pasado y que me explique cosas que yo no sé.

¿Será esto posible?

Digo, hace un año tenía mi vida normal, en un mundo normal y en un segundo a otro estoy en un mundo mágico, dentro de una maldita película de magos.

Qué normal, ¿no?

Rápidamente me pongo de pie, desesperada empiezo a caminar sin un rumbo y siento como choco con alguien que bota mi bolso.

— Qué despistada eres, Aileen.

— ¿Estarás pensando en un pequeño hurón color platino?

— Hola chicos.

— ¿Estás bien? No te hemos visto hace rato, Logan dijo que Malfoy te había raptado para hacer cochinadas –dice Dylan moviendo sus cejas.

— No digas eso, idiota –le da un zape.

— ¡Auch!

— No es nada chicos, iba a –pauso– a la sala común a dejar un libro  –comenté– ¿Los veo en pociones?

— No tenemos de otra –dijeron ambos.

Me despedí de ambos y me dirigí hacia las mazmorras para dejar el libro y poder hojearlo más tarde, espero encontrar algo más del tema. Mi cabeza era un lío. Me encaminé a la clase de pociones, tratando de dejar de lado aquellos pensamientos. Cuando el día terminó, volví rápidamente a las mazmorras, evitando a todos los demás para seguir leyendo detenidamente aquel libro, algo en mi me ocasionaba seguir buscando información sobre "Aileen".

— Hola, novia preciosa

Elevo mi mirada y me encuentro con Draco quien sostiene una caja de cartón con una cinta de cáñamo en forma de rosa.

— Hola, novio –hago una mueca.

Cada vez que miro a Draco aquella fotografía se viene a mi mente, ¿Estará bien contarle lo que he descubierto?

— ¿Qué traes ahí? –pregunto alejando aquellos pensamientos.

— Esto te los envía mi madre, no sé que es, pero creo que tiene que ver con dulces o comida, a mí me ha mandado pastel y unos bollos –dice sentándose a mi lado– ¿Qué lees?

— U-Un libro que me dio la profesora Trelawney –abro la caja con sumo cuidado para encontrarme con unos pequeños pastelitos rellenos con una salsa tal vez de ciruela o frambuesa.

— Oh, esos son los mejores. Dame uno –dice acercando su mano en la que le doy un golpe en ella.

— ¡Oye! –se queja.

— Sólo uno.

Draco toma un pastelillo mientras con su otra mano se acaricia donde le he dado el golpe.

— ¿Por qué lees eso? Es una estupidez.

— Pues a mi me interesa.

Draco me mira y abre la boca para hablar pero luego la cierra.

— ¿Qué pasa? –pregunto con el ceño fruncido.