Capítulo 79

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— ¡Ahí, una pizzería! —Señala Izuku de pronto al mismo tiempo que se prepara para correr hacia el lugar.

Al notar que Izuku ya se le había adelantado, Bakugou apresura para cogerle de la gorra de su chaqueta. —Alto ahí. —dice observando su reloj. —Ocho y cuarenta. —susurra para sí mismo.

— ¡Ah, pero allá veo una pizzería cercana! —exclama Izuku girando su rostro para observar a Bakugou.

—Ya sé, iremos a otro lugar antes de ir a comer. —dice a la vez que lo jala en una dirección contraria.

— ¿Ehh? ¿A dónde?

Bakugou abre sus ojos irritados. — ¡Ahhh por un demonio, al cementerio a profanar tumbas y luego encerrarte en una a ver si así cierras la boca! —gruñe impaciente.

El pecoso parpadea sorpresivo ante la reacción. —Qué delicado... —susurra Izuku en respuesta.

— ¿¡Qué fue lo que dijiste, chihuahua respondona!?

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Escarbando en el pasado

El día en Japón permanece radiante. Cada esquina es cubierta por los rayos solares que entregan la mayor de sus potencias por la tarde. Los felinos aprovechan de tomar la siesta y sentir la calidez sobre sus lomos, aunque algunos en particular, luego de innumerables vueltas solo terminaron abriendo sus ojos con clara molestia.

Los humanos el día de hoy estaban particularmente molestos y ruidosos.

Los gritos a todo pulmón y los golpes de latas casi tan seguidos como sus propias palpitaciones. Era un real caos frente a la academia Yuei.

¡Miyamoto-sensei, fuera!

Kenjirou Kirishima ha llegado al punto de encuentro en donde su hermano pequeño dice estar. El pelirrojo quiere ver con sus propios ojos el estado caótico en el que su nuevo lugar de trabajo se encuentra.

Y en efecto, era un caos.

Su rostro está pasmado y sorprendido. En el fondo piensa y admira el valor de cada una de las personas que están ahí revelándose en contra el sistema, teniendo en cuenta que en realidad, los japoneses se caracterizan por ser bastante tranquilos y reservados.

—Pero no estos japoneses. —susurra con orgullo recordando sus propios años de adolescencia.

Fácilmente podía notar más de 50 cabecillas reunidas, todos con el uniforme característico Yuei generando un ruido de protesta absoluta. Kenjirou observa hacia la academia, específicamente hacia la oficina del director en donde se ve la pequeña cabecilla de este mismo observando el escenario desde las alturas.

— ¡Senpai, senpai!

Kenjirou sacude su cabeza y ahora mismo observa a unos ojos ambarinos alegres frente a él, como si se tratase de un pequeño cachorro emocionado.

El mayor parpadea demostrando sorpresa como respuesta.

— ¡Senpai, lo estaba esperando! —exclama Kaminari Denki mientras le toma de la muñeca y lo jala. — ¡Vamos a sentarnos allí! —invita sin esperar respuesta de Kenjirou, quien le sigue con una sonrisa paciente.

—Sí, sí. —dice escuchando los continuos gritos de protesta. — ¿Y Eijirou? —inquiere buscándole entre todas las cabecillas presentes. —He venido a verlo.

El rubio continúa avanzando con una gran sonrisa mirando hacia uno de los tantos árboles del parque. —Ah, está por ahí viendo los preparativos junto a Inasa y Todoroki. —responde restándole importancia mientras se sienta en el césped. — ¿Quiere una soda? Tengo dos. —añade mientras le estrecha una y siente como la sombra del árbol le provee resguardo de la intensidad de los rayos solares.

¡Ah! Katsuki-sensei ¦Katsudeku¦ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora