«A Izuku Midoriya no se le dan bien las matemáticas, pero, ¿quién sabe? Quizás con su nuevo profesor las cosas cambien.»
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×YAOI (chicoxchico) estás advertido en caso de que no compartas este tipo de gén...
¡Te ha quedado hermosoooo, me encaaaanta! ¡Muchas gracias por esto! ❤
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Y con ello, se perdió rápidamente de la habitación. Izuku con rapidez subió a la cama y posicionó sus manos sobre la base de su ventana. — ¡Katsuki-sensei! —exclamó sonriente. — ¡Nos vemos! —añadió alzando sus manos en señal de despedida.
Katsuki alzó su mano en respuesta, sentado en su motocicleta.
Luego de ello, el sonido del motor nació en el lugar e Izuku, ahora en completa soledad le entregó un suspiro tranquilo y satisfecho a las estrellas.
Las cosas al fin habían logrado retomar su rumbo y desde ahora, sería con más intensidad que nunca.
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¡Un obsequio completamente inesperado!
Y con una sonrisa grabada sobre su rostro pecoso, Izuku se cubrió con ayuda de sus cobijas y por un segundo, agradeció a la luna y las estrellas que permanecían sobre los cielos.
Izuku Midoriya agradeció que las cosas al fin se habían alineado, sintiéndose capaz incluso, de vencer su pasado confuso y lleno de incertidumbre, para continuar avanzando con un presente… Radiante.
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Las vibraciones de su teléfono continuaban insistentes en su bolsillo y las ruedas de su maleta chocaban de manera constante en contra los pequeños tres escalones que Katsuki subió sin ningún problema.
Un chasquido de lengua nació de su boca en cuanto notó la dueña de aquellas llamadas. Entonces, respondió con impaciencia. —Ya leí tus malditos mensajes, que te baste con eso. —respondió para luego cortar y regresar su teléfono a su bolsillo de pantalón.
