Capítulo 26

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|Obsequio|

El viento lograba mecer con rapidez ambas cabelleras, una rubia ceniza y la otra esmeralda.

¿Será inadecuado que lo abrace de esta manera? Se preguntaba Izuku nervioso, notando que tenía sus brazos demasiado pegados a la cintura de Katsuki. Probó con soltar un poco el agarre, para así no incomodar a su profesor.

— ¡Ni te atrevas a soltar el agarre, Izuku! —exclamó Katsuki, apenas sintió que los temblorosos brazos de Izuku se comenzaban a soltar de a poco.

— ¡Ah, no, por supuesto que no s-sensei! —exclamó Izuku en respuesta, avergonzado. Tragó saliva y con nerviosismo, volvió a posicionar sus brazos con firmeza en la cintura de Katsuki.

Ahh, que avergonzado se sentía...

Izuku estaba cómodo, pero tenía miedo de que su presencia molestara a Katsuki-sensei.

Sentía que su abrazo era demasiado invasivo. Conocía a su profesor y sabía que era alguien muy difícil de llevar. Temía que le comenzara a gritar por ello.

Qué equivocado estaba.

Joder, que el camino sea eterno. Pensaba Katsuki, con sus mejillas carmines debido a la emoción. El abrazo de su alumno se sentía malditamente bien.

Un par de perros ladrando, la vieja acera, y sobre todo, la entrada del parque en el que se habían encontrado hace un par de meses atrás, en sus rutinas de ejercicios. Pasaban con rapidez por aquellos lugares que a Katsuki le llenaban de amargos pero a la vez, dulces recuerdos.

Ya casi llegaban a su destino y lo divertido era que ambos, no querían hacerlo.

Finalmente Izuku se había dejado llevar. Tenía su rostro pegado en su espalda, sintiendo el perfume de su profesor invadir sus fosas nasales.

Honestamente, sentía que era el mejor viaje que podría tener en su vida.

Katsuki comenzó a detenerse con suavidad mirando por el rabillo a Izuku quien tenía sus mejillas totalmente sonrojadas y apoyadas en él.
Se veía feliz y tranquilo, ya hace un buen rato que había dejado de temblar, le sonrió de manera arrogante.

— ¿Estás bien, mocoso? —preguntó, deteniendo así el motor de aquella motocicleta, medio girándose para quitarle el casco, ya que al parecer el pecoso estaba en blanco. —Mejor dicho, ¿estás despierto?

Izuku de manera inmediata se despegó de la espalda de su profesor y soltó el abrazo de manera nerviosa. —S-sí... —dijo en apenas un hilito de voz, mientras sentía como Katsuki le tocaba el mentón para quitarle el casco.
Sorpresivamente Katsuki le revolvió sus cabellos verdosos ahora libres.

El olor a nuez le inundó la nariz por un par de segundos al instante en que su mano se posó sobre aquellos rizados cabellos, Katsuki pensó que estaría bien si olía su cabello más de cerca.

Negó con su ceño fruncido.

Contrólate maldición. Se reprendió a sí mismo, no debía dejar que aquello le dominara o seguro y la termina cagando de nuevo.

Katsuki quería acercarse a Izuku de manera lenta, no quería forzarlo a recordarle y mucho menos a corresponderle.

—E-esto... iré a abrir mientras, K-Katsuki-sensei. —dijo Izuku nervioso, enseñándole las llaves con un extraño llavero amarillo, poniéndose de pie.

—Ya te alcanzo, chihuahua. —murmuró el mayor, mientras se quitaba el casco y comenzaba a pasar su mano libre por toda su cabellera rubia con lentitud, desde su sien hasta llegar a su robusto cuello. — ¿Sucede algo? —preguntó con una ceja alzada, al notar al pecoso mirarle boquiabierto.

¡Ah! Katsuki-sensei ¦Katsudeku¦ Kde žijí příběhy. Začni objevovat