Capítulo 20

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|Recuerdos|

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—... ¿K-Katsuki-kun? —Soltó Inko con sorpresa, sin evitar sus balbuceos.

Esto era algo inesperado.
Por un momento lo pensó, pero evidentemente no estaba preparada para tanta coincidencia.

Estaba descolocada por tanta sorpresa.

..

El destino realmente era poderoso, muy poderoso.

..

Entonces observó aquellos ojos carmines que le miraban con nerviosismo, ansiedad y un sin número de emociones conjuntas.

El ceño fruncido señalaba preocupación evidente.

Katsuki estaba desesperado... E Inko lo había notado.

Noto como las manos masculinas que yacían apoyadas en el umbral de la puerta de aquel salón se ponían temblorosas y dubitativas de qué hacer o decir en ese instante.

—Debes calmarte, mujer. —Se repetía de manera constante, pues quien realmente necesitaba apoyo moral en esos momentos era Katsuki y ella lo sabía perfectamente.

Inhalo lentamente, para calmarse. Entonces exhalo pacientemente y le miró. Miró esos ojos carmines que gritaban ayuda.
—Mi niño, debemos hablar. —dijo Inko, aproximándose al rubio que apenas notó el acercamiento familiar de la mujer tragó duramente saliva.

Se quedó inmóvil observando como la madre se le acercaba.
—S-sí. —respondió de manera automática, con el temor y emoción presentes en su pecho.

—Toshinori-san, soy consciente de que Katsuki-kun ahora debe ejercer el taller de matemáticas, pero realmente debo hablar con él sobre Izuku, ¿será posible que me de unos minutos para luego hablar todo de manera correcta con usted y Aizawa-sensei, por favor? —rogó.

Toshinori notó el extraño ambiente que había entre ambos y sin dudarlo asintió, sintiendo que de la única manera que podía ayudar en esos instantes era aceptando y nada más que eso.
—Sabemos perfectamente que el joven Midoriya no ha pasado por situaciones gratas últimamente, lo mínimo que podría hacer es cumplir su deseo, Inko-san. —respondió.
—Joven Bakugou, no te preocupes yo me encargo. —agregó enseñando su deslumbrante sonrisa al rubio, quien aún seguía ido de aquel lugar con sus ojos carmínes clavados en la nada misma.

Inko agradeció con una dulce sonrisa y luego tomó del brazo al menor, para llevárselo a la cafetería a unas cuantas cuadras de la academia.

Parecía un niño, en todo el trayecto no dijo una sola palabra, solo se dejaba guiar por Inko.

Estaba intentando creer que esto realmente estaba sucediendo.

..

¡Ah! Katsuki-sensei ¦Katsudeku¦ Where stories live. Discover now