Capítulo 19

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|Antiguos ojos esmeraldas|

Katsuki aún seguía en el interior del taxi observando como el sol salía con lentitud.

— ¿Qué hora es? —preguntó el rubio sin desviar su mirada de la ventana.

—7:48 A.M. —respondió el conductor de manera automática, girando el volante para doblar en una esquina.

Era malditamente tarde.

Esperaba estar en el departamento al menos hace una hora atrás, pero joder no, ahí estaba en el taxi con ese vendaje de mierda y ahora manchado de sangre, debido a los movimientos bruscos que había hecho al salir del hospital y al sentarse.

Aún así, había algo que le preocupaba bastante.

Incluso más que el saber que había sucedido con ese bastardo.

"Izuku fue mío, y no hay nada que tú ni nadie pueda hacer al respecto."

Aquella frase navegaba constantemente en su mente sacándolo de quicio.

Necesitaba comprobar si realmente era verdad. Y si fuese así... Esperaba que al menos, antes de desmayarse como un verdadero imbécil, el bastardo ya hubiese estado muerto.

Maldición...

.

.

.

—Que tenga un buen día. —Se despidió el chofer para seguir su recorrido, dejando a Katsuki a las afueras de aquel edificio.
Subió los pequeños escalones de la entrada con enorme esfuerzo.

—Buenos días señor Bakugou. —Saludó el conserje, recibiendo a cambio una mirada llena de furia.
Se limitó a sonreír nervioso y proseguir con su papeleo, pues sabía que no era bueno meterse con él.

Tecleo rápidamente los botones para que el ascensor llegara pronto.

No soportaba la ansiedad, sentía que los segundos eran minutos.

Dentro del ascensor, soltó los quejidos que había soportado durante todo el camino. No le apetecía verse débil frente a los demás.

Era su momento para escupir todo el dolor que sentía en esos instantes.

— ¡Ahhg maldición, esto es una mierda! —gruñó apoyando su cuerpo en contra la pared metálica, sudando frío. Tocaba de manera inconsciente la herida mientras su respiración estaba agitada.

Las puertas se abrieron y con un gran esfuerzo se reincorporó para entrar a su departamento.

Antes de ello, inhalo y exhalo un par de segundos, preparándose.

No debía demostrar debilidad alguna y mucho menos dolor.
Una vez lo hizo y se sintió preparado, introdujo la llave en el cerrojo.

.
.
.

Solo había silencio, todo estaba tal cual lo había dejado hace unas horas atrás, pero apenas cerró la puerta, escuchó aquella voz:

— ¿Bakugou-sensei, es usted? —preguntó Izuku tras la puerta de su habitación aún cerrada.

Katsuki sin decir una sola palabra se dirigió hacia la cocina para coger las llaves de la habitación y abrir su puerta con lentitud.

—Hola, mocoso. —Saludó el rubio, apoyado en el umbral de la puerta. Esa posición le era menos dolorosa, además de fingir que estaba en perfecto estado.

¡Ah! Katsuki-sensei ¦Katsudeku¦ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora