CAPÍTULO I

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Petersfield, diciembre 1838

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Petersfield, diciembre 1838

Para un hombre soltero, poseedor de una considerable fortuna, mantener o aumentar sus riquezas quedaba en segundo plano cuando de buscar una esposa se hablaba.

John Basset ha tenido que oír a su madre hablar de ello por un largo tiempo. Pues, lady Agatha Basset había sido criada en una familia donde se le inculcó lo importante que era el que un hombre poseedor de una fortuna tuviera esposa. Él, por otro lado, había deseado que su madre tardara un par de años más en buscarle esposa, pero desde que su padre había fallecido un mes después de su cumpleaños número diecinueve, los planes de matrimonio se habían adelantado.

—Londres no está al otro lado del océano —dijo lady Basset que ingresaba a la oficina de su hijo irrumpiendo su trabajo y, tomando asiento, añadió—: Dudo que encuentres una esposa en Petersfield, menos aún desde tu oficina.

—Ese ha sido su motivo de realizar tantos viajes a Londres —acusó John mientras levantaba su cabeza de los papeles con los gastos que habían llegado desde la ciudad. Por supuesto, debía darle crédito a su madre, él había evitado el viaje por las madres casamenteras porque la última vez no logró soportó más de cinco meses, luego, viajaba para inicios de temporada que era donde los caballeros frecuentaban la ciudad y así conocer a las amistades que había forjado su padre—. Ha estado preparando la casa para que yo me instale en la ciudad, ¿no es así?

John señaló aquel detalle ya que hace unas horas había estado leyendo las cuentas sobre la casa y los arreglos que su madre había estado realizando en su ausencia. Por otro lado, lady Basset no gesticuló palabra, pero la mirada que tenía en su hijo hizo que él olvidara todos los papeles y suspirara.

El joven, se recostó en el asiento y expresó sus verdaderos pensamientos:

—Aprecio que se encargue de la casa en Londres, pero no estoy en busca de una esposa —dijo él, cerrando los ojos para descansar un poco y agregó—: Es muy pronto.

—Luego podría ser muy tarde, John —murmuró su madre con cariño y, jugando con sus manos, agregó—: Es fácil amar a la joven correcta, pero no lo es cuando ya la están cortejando, quiero evitarte aquel dolor.

—No es necesario, madre —dijo John—. He conocido a las debutantes de este año, ninguna ha llamado mi atención, al menos con las que he bailado.

— ¿Y cuántas han sido? —preguntó su madre—. Temo que un baile no es suficiente para saber si la amarás para el resto de tu vida.

—Seis, fueron seis debutantes, solo un baile por dama —respondió cansado. Al menos con eso le daba tranquilidad a su madre. Pero no la suficiente para que olvidara el tema del matrimonio—. Si te tranquiliza, pienso viajar a Londres la próxima temporada, debo hablar con un comerciante con el que he realizado un trato y debo reunirme con unos caballeros con los que he realizado una amistad comercial.

Al Hombre Que Amo [#1]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora