CAPÍTULO IV

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Margareth se mordió el labio inferior, al recordar lo increíble que se sintió en el baile con Sir John y lo feliz que estaba de no haberlo espantado con sus vagos comentarios

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Margareth se mordió el labio inferior, al recordar lo increíble que se sintió en el baile con Sir John y lo feliz que estaba de no haberlo espantado con sus vagos comentarios. Esa misma noche había encontrado que tenía un problema con él, había estado anhelado por tanto tiempo que él la viera que no había pensado cómo actuar cuando aquello ocurriera. Y eso era lo que más le preocupaba.

― ¿No darás un paseo hoy? ―preguntó Jane, quien se había sentado al lado izquierdo de su hermana distraída, pero su pregunta la había hecho volver a su bordado, el cual era muy bonito―. Te está quedando hermoso.

―Gracias, estaba pensando hacerlo, me refiero al paseo ―respondió Margareth, dejando el bordado sobre la mesita a su lado derecho. Se giró a su hermana antes de hablar―, ¿No deberías estar recibiendo clases de...?

―Clases de italiano ―terminó Jane por ella―. Sí, ya son las cuatro de la tarde, he terminado mis clases del día.

― ¿Quieres salir conmigo a dar un paseo a los Jardines de Vauxhall?

El rostro de su hermanita se iluminó tanto que le causó gracia, era un paseo, pero para su hermana de catorce años, la parecía un privilegio ser invitada por Margareth a uno de sus habituales paseos. Más difícil luego de que ella estuviera ausente por tanto tiempo de Londres, pues Margareth el último año había pasado más tiempo en la mansión en Pembroke con la compañía de Frederick, por lo que no había estado la mayor parte del crecimiento de su hermana.

―Ve con tu doncella, que te prepare para salir ―apremió con unos movimientos de manos―. Yo iré por Edmund o Frederick, seguro querrán salir de casa.

―Frederick ha salido con papá ―explicó Jane―. Edmund estaba dando vueltas en el jardín cuando estaba en mi clase.

― ¿En vez de estar estudiando? ―inquirió con sorpresa Margareth.

―Iré por las doncellas ―dijo Jane con firmeza.

Margareth se limitó a sonreír y salió del saloncito, observó correr a su hermana por el pasillo y suspiró. Georgiana y Jane eran iguales, pensó mientras caminaba en dirección opuesta a la de su hermana, se alisó unos pliegues de su vestido.

Se detuvo un momento en el retrato de sus padres que había en un pasillo de la casa donde los ojos de los invitados no podrían verlo, a menos que así lo quisiera la familia ya que estaba en el área residencial de la familia, bastante alejada del área para las visitas.

Sus padres en el retrato estaban en sus primeros meses de casados, su madre tenía veinte y su padre veintidós años cuando recibieron el retrato terminado. Un año después estaban recibiendo a su hermano Frederick, el primero de siete hijos.

Suspiró antes de seguir su camino hacia donde sospechaba se encontraban sus hermanos. En la biblioteca. Donde estaban haciendo de todo menos leer, de eso estaba segura, tal vez Phillip querría pasar el día en casa, pero Edmund no era una persona fanática de la vida hogareña por lo que ambos estarían conversando o quejándose del baile de anoche.

Al Hombre Que Amo [#1]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora