CAPÍTULO XXXV

3.4K 308 5
                                    

Capítulo editado

Poco después de que el señor Middleton y lord Basset se retiraran, el corazón de Margareth comenzó a latir con fuerza

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Poco después de que el señor Middleton y lord Basset se retiraran, el corazón de Margareth comenzó a latir con fuerza. No temía que su padre se opusiera al compromiso, pero antes de dar su completa aprobación, se aseguraría de los sentimientos y pensamientos de su hija mayor.

A los pocos minutos, las voces del resto de los integrantes de la familia comenzaron a resonar en el saloncito.

Su hermano, Phillip, tomó asiento en la mesita que estaba junto al piano y alentó a su hermana a tocar algo de música.

—Toca algo para Michael y Jane —pidió.

Los menores al oír aquello, tomaron posición para iniciar un baile, pero discutían cual era mejor.

—Esta —señaló Georgiana a su lado una partitura—: Dejarán de discutir en cuanto comiences.

Margareth se retiró los guantes y con cuidado, regresó el anillo de compromiso en su dedo anular mientras la discusión de sus hermanos menores incrementaba.

Cuando tocó las teclas del piano con fuerza, se percató de que todos en el saloncito habían dado un brinco y una leve sonrisa asomó en su rostro al momento en que comenzaba a tocar la melodía de la partitura.

Estaba feliz, por lo que mientras tocaba la melodía, tarareaba la misma y de vez en cuando, observaba a sus hermanos bailar y errar en el intento. Phillip reía mientras los observaba y Frederick intentaba reprenderlo, mientras que la condesa tenía una mirada preocupada. Ahora lo entendía. Phillip solo quería burlarse de ambos por sus torpezas de pies.

Ella estaba pasando de un buen momento con sus hermanos y su madre, hasta que John volvió a entrar y se acercó al piano con naturalidad, sin que su acción se viera forzada ante el resto de la familia. Al llegar a su lado, este le dedicó una sonrisa antes de inclinarse para tomar las partituras y le dijo al oído:

—Vaya con su padre, la espera en su despacho.

Margareth, dejó de tocar mientras tomaba sus guantes.

John, quien ojeaba las partituras con sumo interés, sonrió cuando se detuvo en una en particular.

—¿Toca usted señorita Georgiana?

—Por supuesto —respondió la joven y frunció el ceño cuando agregó—: Aunque debo admitir que no soy tan buena como Margareth, ¿quiere oírme tocar? —preguntó con confusión fingida—. Le prometo que será lo peor que escuchará en toda su vida.

Michael y Jane rieron ante el comentario de su hermana, quien estaba siendo regañada por su madre. Por otro lado, Margareth se levantaba para darle espacio a su hermana para tocar la nueva melodía y al tiempo que acomodaba sus guantes con cuidado en sus manos.

Con disimulo, salió del saloncito y se dirigió hacia el despacho de su padre, donde lo encontró observando el exterior desde la ventana y, mientras se movía con inquietud sus manos tras su espalda, habló en voz alta al oír cerrar la puerta.

—Margareth, ¿estás segura de este compromiso? —preguntó el conde al girarse y observar a la mayor de sus hijas—: ¿Es en verdad esto lo que deseas? ¿No es muy apresurado aceptar al primer caballero que te ofrezca una propuesta? ¿No tiene nada que ver con que tu madre esté desesperada por casarte?

La joven estaba nerviosa, ya que la actitud que tuvo durante el tiempo de la partida de lord Basset no habían sido las mejores, por lo que su familia le cuestionaba hasta ese día, pero quería hacer ver a su padre que estaba extasiada ante su porvenir matrimonial.

—Padre —comenzó a decir ella—: ¿Cuál ha sido su respuesta ante el permiso que le ha solicitado Sir Basset?

—Bueno, le he dado mi consentimiento en caso de que tu respuesta sea afirmativa —respondió el conde—: Pero le dije que la decisión final sería absolutamente tuya —añadió su padre—. Además, lord Basset tiene un muy buen estatus por lo que sería absurdo negarme a su solicitud. Aunque si tú me dices que deseas unirte a él, no veo la necesidad de negarte tal placer...

—Sí, deseo aceptar su propuesta —interrumpió Margareth con alegría—: Estoy segura de que mi decisión es la correcta, padre.

—Bueno, querida —dijo su padre cuando vio oportuno interrumpir a su hija—: Aún me preocupa un detalle de este enlace —añadió soltando un suspiro al final—. Este es un tema más personal y que respecta a ti misma, hija. Sé que hace tres años atrás viviste algo que una joven tan dulce e inocente como tú no debió ocurrirle y, lamentablemente, provocó un daño en tu confianza hacia las personas y es mi deber como padre saber que te sientes segura con la cercanía de lord Basset.

La joven retorció sus manos y con duda, se retiró el guante de su mano izquierda, revelando el anillo de compromiso.

—¿Puede recordar el tiempo que disfruté de mis visitas a lady Basset? —preguntó y, al notar el leve asentimiento de su padre, continuó—: En aquel tiempo, lord Basset estudió cada actuar que mantenía con las personas y con bastante rapidez comprendió que algo me había ocurrido, pero jamás me presionó y se limitó a respetar la cercanía que yo era capaz de soportar —señaló con una sonrisa nostálgica—. Puede que haya realizado todas esas cosas por acto de amabilidad o no, pero eso dejó una gran impresión en mí y al pasar los días, sus esfuerzos dieron fruto ya que logró que le tuviera la confianza suficiente para entablar conversaciones que no estuvieran compuestas por respuestas monosílabas.

Para completar aquella reunión que, para sorpresa del conde, no solo se estaba dando un asunto importante como lo era la próxima boda de su hija mayor; sino que, por primera vez en casi tres años podía oír a Margareth hablarle más de una frase y, aquella era la prueba que necesitaba para aceptar aquella unión.

—Esto es lo que haremos —añadió él alejando cualquier rastro que demostrara las lagrimas que estaba reprimiendo—: Mañana mismo citaremos a aquel caballero que te estaba cortejando y, junto a tu madre, podrás explicarle tu rechazo a su cortejo y por la noche, invitaremos a lord Basset y lady Basset para dar las buenas noticias a todos —dijo, en un tono pensativo—. No, mejor que los Basset vengan en dos días y así pueden pasar el día con nosotros, ya que pronto seremos oficialmente una familia, ¿verdad?

Margareth, conmovida por las palabras de su padre le regaló una amplia sonrisa y, para sorpresa del conde, los delgados brazos de su hija envolvieron su cuerpo junto a una risa alegre que ella soltó.

—Gracias padre —dijo y depositó un beso en la mejilla de su padre—: Por todo.

Lord Middleton no pudo sentir más que sorpresa y felicidad al recibir aquel abrazo de su hija que, lamentablemente, rehusaba el contacto físico la mayor parte del tiempo y que provocó que unas traicioneras lágrimas corrieran por sus mejillas.

—Será mejor que regreses al saloncito —añadió su padre mientras secaba sus lágrimas—: Tu madre debe estar pensando si venir a interrumpirnos —dijo con una leve sonrisa—. Debe creer que podría negarte mi consentimiento.

 Debe creer que podría negarte mi consentimiento

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Al Hombre Que Amo [#1]✔️Where stories live. Discover now