CAPÍTULO XVIII

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Capítulo editado

Esa mañana John se había levantado con un solo propósito y se aseguraría de llevarlo a cabo de una u otra forma

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Esa mañana John se había levantado con un solo propósito y se aseguraría de llevarlo a cabo de una u otra forma. Ya que ese mismo día, si la mayor de las Middleton no estaba dando un paseo, él se dirigiría tras la hora del almuerzo al hogar de los condes y pedir un paseo con la joven.

No había fallos en su planeación, excepto tal vez que olvidó a la castaña de ojos azules que le observaba con cautela.

—Insisto —habló ella, interrumpiendo los pensamientos de John—: ¿Por qué no puedo ir con ustedes? —preguntó sin esperar respuesta—. Mi hermana es una joven soltera, estará acompañada claro, pero no quiere decir que un caballero, por muy respetable que sea, no intente algo con mi hermana.

Margareth, que escuchaba a su hermana, enrojeció ante lo que Georgiana Middleton decía sin filtro. Por otro lado, John resoplaba por la actitud que la joven estaba teniendo en esos momentos y lo estaba exasperando ¿Acaso no había sido ella quien le ofreció a su hermana mayor? Sin duda, aquello estaba siendo ridículo para el caballero, ya que él no planeaba ofrecerle un matrimonio a Margareth Middleton. Solo una sólida y hermosa amistad parecida a la que tenía con Georgiana.

—No tengo problemas con el que usted nos acompañe, señorita Georgiana —habló el hombre, cansado de las palabrerías de la joven—. Pero como ambos ya somos muy buenos amigos, planeaba establecer una amistad con su hermana y usted lo está complicando —señaló con una sonrisa burlona—: ¿Es demasiado para usted entender aquello?

Georgiana Middleton, sorprendida, abrió la boca en una perfecta "o".

—¡No puedo creer que se atreviera a decir eso de mí! —exclamó la joven.

John, se encogió de hombros y sonrió a Margareth.

—¿Tiene problemas de audición su hermana? —preguntó él con burla—. Creo que no estaba informado de aquello.

Para ese entonces, Margareth no pudo reprimir las carcajadas, ya que presenciar por casi diez minutos la discusión de ambos le había estado costando tomar aire.

—Me temo que debo pedir la comprensión a la petición de mi hermana —habló Margareth una vez se recuperó de la risa—. Creo que si usted es visto paseando con dos jóvenes solteras será mejor que con una.

Georgiana, con una sonrisa en su rostro, aplaudió.

—Está acordado, señor Basset —dijo Georgiana—: Pediré que nuestras doncellas nos acompañen.

Georgiana Middleton salió del saloncito con la felicidad de haber ganado el asunto, con el apoyo de su hermana, pero lo había ganado y punto. Con este paseo averiguaría todo lo que su madre le había pedido que estuviera al tanto, ya que desde hace dos semanas que Margareth visitaba el hogar de lady Basset y su madre sospechaba que aquello era para que ambos jóvenes solteros se conocieran más.

Al Hombre Que Amo [#1]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora