CAPÍTULO XXIV

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Capítulo editado

Mientras caminaban por el jardín, él se giró para observar si su madre los seguía y descubrió con sorpresa, que su madre había decidido permanecer en la terraza donde los podría observar desde lejos y, a la vez, darles algo de privacidad

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Mientras caminaban por el jardín, él se giró para observar si su madre los seguía y descubrió con sorpresa, que su madre había decidido permanecer en la terraza donde los podría observar desde lejos y, a la vez, darles algo de privacidad.

Aquello significaba que su madre estaba haciendo de casamentera, aun cuando él había dejado en claro cuáles eran sus intenciones con la mayor de las Middleton. Una simple amistad. Por lo que resistió soltar un bufido ante las claras intenciones de su madre.

De todos modos, el jardín que poseía en su hogar de Londres no era lo suficientemente grande como para huir de la vista de su madre, por lo que John no tardó en detenerse en una banca instalada en la sombra de un viejo roble. Observó a la joven que parecía encantada con tomar asiento bajo los rayos del sol.

—¿Le gusta estar al aire libre?

Con la mirada elevada hacia el cielo, ella sonrió.

—En realidad, la comida ha estado deliciosa —señaló con burla—: Por lo que se está demasiado tranquilo aquí y me están dando ganas de bostezar.

Con la mirada en el cielo, al igual que ella, soltó una carcajada.

—Vaya, creí que diría que deberíamos traer una sombrilla para que pudiera protegerse del sol —comentó con gracia.

Cuando la escuchó reír con él, se alegró que al menos ella no se sintiera incomoda ante la jugada que les había hecho su madre.

—Me gusta —murmuró ella al final—: Me recuerda a Pembroke.

Estaba sorprendido, se acomodó y observó el pequeño arbusto frente a ellos.

—¿Qué es lo que le gusta? —se atrevió a preguntar.

—Muchas cosas, señor —dijo en voz baja, de alguna manera sumida en algún recuerdo. Pero él solo pensaba en que ella le hablaba con formalidades, ya no era John—. Me gusta estar al aire libre cuando mi mente comienza a nublarse con recuerdos que me gustaría olvidar o, simplemente, superar.

—¿Está teniendo un mal recuerdo en estos momentos?

Ella asintió mientras bajaba su cabeza y fijar su vista en un nuevo objetivo, el arbusto frente a ellos. Parecía estar muy interesada en aquella planta, ya que había algo en su expresión que hacía que John no tuviera dudas de que ella se encontraba muy lejos en sus recuerdos. Estaba convencido de que el recuerdo era lo suficientemente vívido.

Él quería preguntar sobre lo que la estaba atormentando en esos momentos, pero el leve movimiento que ella realizó, lo alertó. Se estaba acomodando sus guantes, aunque esta vez, ella intentaba subirlos más de lo que podía y ya le llegaban hasta sus codos.

—¿Le gusta estar al aire libre, milord?

—¿Qué? —dijo él, aturdido, puesto que ella le regalaba una sonrisa forzada—: ¿Qué si me gusta estar al aire libre? —ella asintió con rapidez. Entonces, él carraspeó para espabilarse del rotundo cambio en la actitud de la joven—. Bueno, me gusta estar en Petersfield, el jardín que tengo en aquella casa es mucho más amplio que este y más hermoso, eso es seguro.

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