CAPÍTULO IX

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John no dijo nada en el camino de regreso

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John no dijo nada en el camino de regreso.

Ambos habían subido a sus caballos en silencio y habían avanzado hasta la casa de los condes, incluso cuando Margareth le prometió que era capaz de volver sola a su hogar. No sirvió de nada, ya que él insistió en acompañarla porque si le ocurría algo en el trayecto, no se lo perdonaría nunca. Él necesitaba asegurarse de que ella no volvería a sufrir aquella falta de respiración. Si era sincero consigo mismo, le asustaba que le volviera ocurrir.

Cuando llegaron a Middleton House, un mozo y una doncella salieron a recibirlos con preocupación cuando vieron a la joven siendo ayudada a bajarse por el caballero, con quien, no había partido a su paseo a Regent's Park.

—¿Podría asegurarme que la atenderán correctamente? —solicitó John con autoridad.

—Me he caído del caballo —interrumpió Margareth a los sirvientes de su familia—. Lord Basset me ha encontrado y me ha auxiliado.

—¡Dios, señorita! —exclamó la doncella con dulzura y la tomó de las manos—. Será mejor que se dé un baño templado, le subiré el desayuno a su dormitorio.

—Muchas gracias, Lord Basset —se inclinó el mozo con educación—. Le prometemos que la señorita estará en buenas manos.

John asintió nervioso al ver que Margareth se aferraba a los brazos que la doncella le ofrecía. Si tuviera la autorización para ayudar a la joven, lo haría por ella, pero era indecoroso siquiera pensar en cargarla él mismo entre sus brazos hacia el dormitorio de ella. Sería diferente si él fuera su esposo, pensó. En ese caso, no pensaría dejarla en manos de los sirvientes y cargarla él mismo hasta la cama para que descansara, la trataría con cuidado ya que la salud de ella sería su prioridad.

Se quedó de pie observando como el mozo y la doncella auxiliaban a Margareth hasta la entrada de la casa, pero antes de entrar esta se giró y se estaba mordiendo el labio inferior. Entonces, para la sorpresa de John, ella inclinó un poco la cabeza y le sonrió al hablar.

—Le agradezco, por todo, Lord Basset —dijo ella, quien pensaba qué más agregar y él le permitió aquella pausa, con ansias de lo que ella le diría—. Que tenga un buen regreso a su hogar, debe tener hambre, espero que lo estén esperando con su desayuno —frunció el ceño y negó con la cabeza junto con una leve sonrisa—. Nos vemos señor.

—Que se recupere, señorita Margareth —dijo antes de que se cerrara la puerta con la mano alzada en despedida.

Se montó a su caballo y se alejó lentamente por las calles de Londres hacia su hogar donde, como prometieron sus sirvientes, el desayuno lo esperaba.

Y John se quedó toda la mañana preguntándose si sus acciones habían sido bien recibidas por la joven, estaba claro que en su momento no dijo nada, pero ella podía advertir a su familia y estarían en todo su derecho a no permitir que volviera a acercarse a la joven.

Al Hombre Que Amo [#1]✔️Where stories live. Discover now