CAPÍTULO VIII

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Su cuerpo subía y bajaba acompasado al trote del purasangre, el cual golpeteaba rítmicamente el suelo con sus perfectos cascos

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Su cuerpo subía y bajaba acompasado al trote del purasangre, el cual golpeteaba rítmicamente el suelo con sus perfectos cascos. Esa misma mañana, John se había asegurado de tomar un caballo antes de salir, por lo que ahora creía haber tomado una buena decisión ya que hace treinta minutos había llegado a Regent's Park y, como cada mañana que tenía libre, solía dar un paseo por algunas calles de Londres antes del desayuno. Debido a las prisas que había tenido, no había comido nada, pero como los sirvientes le habían asegurado que el desayuno lo estaría esperando a su regreso, lo cual no dudaba que así sería, salió de su hogar con tranquilidad a dar un paseo matutino.

Últimamente tenía demasiado en qué pensar, lo más importante que tenía entre manos era encargarse personalmente de las propiedades solariegas que el anterior Barón había construido para su esposa. Después de todo, aquellas habían sido construidas desde cero y tras un tiempo sin ocupar por alguno de ellos, los matrimonios que estaban a cargo de mantenerlas en orden debían estar preguntándose cuándo John se pasaría para ver las casas. Era lo que se esperaba de él, pero debido al resentimiento que sentía por el propósito con las que su padre había mandado a construirlas, aplazaba todas las visitas.

Detuvo el trote del caballo para tomarse el tiempo para pensar las cosas con más calma, por lo que de un salto bajó de la montura y ató al animal en un árbol cercano.

Tomando una bocanada de aire, se estiró para relajar los músculos tensos que tenía últimamente. Tensión que aumentaba cada año. Cerró los ojos un momento, solo para intentar amortiguar el dolor que le ocasionaba el estirar su cuerpo luego de pasar horas sentado en su despacho leyendo papeles de contabilidad.

Esa misma mañana había alcanzado a recibir la invitación a un baile que se celebraría en dos días no muy lejos de su hogar. Baile, que no dudó en rechazar su asistencia, pero había confirmado la de su madre ya que sabía que su madre se enfadaría si la dejaba fuera de una celebración. Lo último que necesitaba en esos momentos era enfrentarse a su madre. Ya había pasado una vez por aquello, no pensaba cometer el mismo error por segunda vez.

Sinceramente, a John le sorprendía que su madre no tomara cartas en el asunto e invitara a tantas jóvenes solteras a tomar el té en casa para así poder presentárselas. Era bien sabido lo astuta que podía llegar a ser su madre, hasta casi había esperado que hubiera salido con él todas las mañanas para explicarle a más detalle lo estúpido que era por pasar otro año soltero.

Tomó asiento en una banca cercana y se sumó al silencio del parque, cerrando sus ojos, apoyó su espalda soltando un bufido de cansancio. Debería casarme, pensó. Eso haría feliz a su madre, sin duda, pero él, ¿sería feliz una vez casado? Aquella duda en su propio futuro lo carcomía cada mañana al despertar o cuando recibían otra invitación para algún evento. La idea de tener sus propios hijos se le hacía de lo más maravilloso, estaba seguro de que podría cumplir un mejor rol que su padre; pero no tenía la confianza para hacer feliz a su esposa ya que jamás se había sentido atraído ante la idea de conocer a una joven e intentar que ella correspondiera sus sentimientos.

Al Hombre Que Amo [#1]✔️Where stories live. Discover now