CAPÍTULO XXIX

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Capítulo editado

John había dejado de responder a las cartas de su madre apenas llegaban, lo hizo más que nada porque Purbrook era una propiedad igual de grande que Petersfield y, aunque necesitaba menos remodelaciones, pedir a sus empleados limpiar cualquier mota...

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John había dejado de responder a las cartas de su madre apenas llegaban, lo hizo más que nada porque Purbrook era una propiedad igual de grande que Petersfield y, aunque necesitaba menos remodelaciones, pedir a sus empleados limpiar cualquier mota de polvo que existiese aún en los muebles o si se debían reemplazar, requería de su tiempo.

Por un lado, se sentía feliz de que aquella gente le siguiese siendo fiel, por lo que intentaba ayudar a sacudir el polvo de las ropas de cama, de los libros en la biblioteca y en mover los muebles pesados. Y, cuando el clima era perfecto, recorría el terreno y ayudaba en la mano de obra.

La brisa estaba fresca, aunque algo fuerte, lo que anunciaba que aquel invierno sería más frío que el anterior y justo aquella tarde él había decidido salir a pasear. No porque tuviera que verificar que sus trabajadores merecían constante supervisión, pero como ya había dado órdenes a todos ellos ya no le quedaba nada más que esperar que sus instrucciones dieran fruto a su debido tiempo.

A la distancia podía ver su hogar y a Freddie, que estaba de pie en las puertas francesas que daban hacia el jardín por el cual estaba paseando, por lo que decidió caminar hacia él.

Otra carta ha llegado, pensó John.

Pese a que su mayordomo sabía que no quería leer ninguna de las cartas que vinieran de parte de su madre, este se aseguraba de informarle que habían llegado y que se las había dejado junto a las otras, sobre su escritorio y sin abrir.

Desde hace dos semanas que se había rendido ante la falta de respuesta e incluso había comenzado a ignorar las cartas de su madre, lo que tuvo como consecuencia la llegada de cartas con más frecuencia y unos mensajeros exhaustos ante la urgencia de la entrega.

Cada vez que llegaban se preguntaba si había actuado mal con la joven, pero siempre que pensaba en ello terminaba perdiendo la paciencia y dejaba su trabajo de lado. Incluso, ya no le parecía extraño pensar en ella, puesto que en su día a día se encontraba pensando en una sola mujer.

Cuando conoció a Margareth Middleton la había considerado como la hermana mayor de su buena amiga. Luego, cuando comenzó a conocerla mejor la consideró una amiga. Y, ahora, lejos de Londres añoraba su compañía.

John no había logrado dar crédito a la añoranza de tener a su lado a cierta mujer, por lo que había estado renegando aquellos pensamientos sobre algún interés sobre la joven, pero tras días y días de pensar en ella, vislumbrarla a su lado en aquellas casas que su padre le había dejado, lo había estado replanteando en su mente y había llegado a una sola conclusión.

La amaba.

Amaba a Margareth Middleton, bueno, al menos eso creía él ya que nunca había sentido aquella sensación de estar con una joven y proyectar su futuro con ella a su lado, le parecía que era lo correcto.

Al Hombre Que Amo [#1]✔️Where stories live. Discover now