CAPÍTULO XXI

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Capítulo editado

A la mañana siguiente, Margareth había preferido permanecer hasta tarde en su dormitorio y tomar desayuno ahí, ya que de esa manera estaría a solas junto a sus pensamientos

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A la mañana siguiente, Margareth había preferido permanecer hasta tarde en su dormitorio y tomar desayuno ahí, ya que de esa manera estaría a solas junto a sus pensamientos. Todavía estaba debatiendo si aceptar la propuesta de la señorita Grand y, hasta el momento, no veía cómo negarse a ello.

No había hablado con su familia con respecto al tema, en cambio, había dedicado todo su tiempo para pensar si aquella propuesta era algo que le gustaría hacer por sí misma y su familia no la obligarían a tomar aquel puesto al lado de la novia, pero sí hablarían sobre lo difícil que sería verla a ella esforzándose al estar de pie frente a tantas personas. Por lo que, lo último que buscaba oír de ellos era la compasión que le tenían.

Se sentía en conflicto, su corazón le decía dos cosas distintas y ambas le preocupaban de la misma manera. Estaba el lado en el que deseaba aceptar la petición porque apreciaba su amistad con Charles Bennet. Por otro lado, estaba el sentimiento de pesar al saber que la novia se viera obligada por los lazos que tanto la familia Bennet como Middleton tenían y eso, sin duda, era lo que más le preocupaba.

Cuando el sol de la tarde aún daba su calidez, se permitió darse un vistazo en el espejo de su tocador y pasar sus dedos por los rizos que caín en cascada debido al peinado que le habían realizado sus doncellas. Estaba nerviosa. Por lo que tras soltar un suspiro, pasó los guantes por sus manos, alcanzó un bolsito y salió de su habitación.

Finalmente, se atrevió a bajar las escaleras y pedir un carruaje a la sirvienta que pasaba por uno de los pasillos de la gran casa. Con una sonrisa, agradeció a la mujer y se dispuso a esperar frente a la gran puerta que daba a la calle.

—Señorita Margareth, ¿está usted bien?

La joven dio un respingo cuando la voz del mayordomo interrumpió su silencio en el vestíbulo.

—¡Oh, cielos! —exclamó la joven—: Me ha asustado —murmuró y, tras un segundo, negó con su cabeza y señaló la puerta—. Espero el carruaje.

—¿Saldrá a dar un paseo? Puedo buscarle una doncella si ese es el caso...

—No es necesario —interrumpió con prisa—: Solo iré al hogar de los Grand, visitaré a la señorita Grand, la prometida de Charles Bennet —informó con una leve sonrisa—. Solo por si mi familia pregunta, ahí es donde estaré.

Leves golpes sonaron en la puerta, cuando el mayordomo abrió la puerta, el rostro del cochero que había ido a buscar a Margareth le sonreía confirmándole que estaban listos para partir cuando ella quisiera.

—Intentaré regresar antes de la hora de la cena —dijo apresuradamente al salir o, de lo contrario, se arrepentiría.

Subió al carruaje con la ayuda del cochero y pidiendo dirigirse al hogar de los Grand, se marchó con el pulso acelerado y, era de esperarse, ya que ante el pensamiento de quedar mal ante Harriet Grand y lo que significa ser amiga de infancia de Charles, le estaba colocando ansiosa en su dormitorio. Para bien o para mal, esta visita estaba tomando todo su coraje y buena cordura porque ni siquiera tenía una respuesta ante la propuesta.

Al Hombre Que Amo [#1]✔️Where stories live. Discover now