Camila

860 13 10
                                    

Era una pequeñita de 4 años que al comer algún alimento en el colegio le salieron muchas ronchitas en la piel. Su padre fue llamado por la escuela para que llevara a su hija inmediatamente al médico.

-¿Cómo estas mi amor? -le pregunto al verla toda llena de ronchas.

-Bien papi, tengo comezón-su carita estaba triste.

-Vamos con la doctora-la cargo en brazos y se la llevo.

Llamo por teléfono al consultorio de la pediatra para hacer una cita. Por suerte le dijeron que habían cancelado la cita que tenían a esa hora. Él le dijo a la secretaria que llegarían en unos 15 minutos. Camila se durmió. Al llegar Arturo la cargo sin despertarla.

-Hola, buenos días, soy Arturo, le hable hace 15 minutos para hacer una cita con la doctora Rodríguez, ella es Camila la paciente.

-Espere un momento por favor, la doctora salió, pero aviso que ya venia para acá.

-Muy bien, aquí esperamos.

Se sentó en una silla. Camila se despertó.

-Papi, ¿Dónde estamos? -pregunto un poco asustada.

-Esperando a que la doctora llegue mi amor-dijo tranquilo.

-La doctora ya llego, señor Arturo, puede pasar.

-Muchas gracias.

Pasaron al consultorio. La doctora al ver a la niña supo que era un cuadro de alergia serio.

-Vamos a llenar una ficha con su nombre-dijo la doctora amablemente.

Rellenaron el formulario. La doctora supo que iba a batallar un poco con la niña por su edad. Camila tenia miedo y en sus ojos se reflejaba.

-Tranquila mi amor, no va a pasar nada-le dijo su papá para calmarla. Ya que ella apretó su camisa con mucha fuerza.

-Póngala en la camilla por favor para poder revisarla.

Él hizo lo que la doctora le pidió. Camila no tenia miedo, ya que confiaba mucho en su papá. Se dejo revisar por la doctora, la cual hizo un trabajo muy bueno revisándola con sumo cuidado.

-Es un cuadro de alergia-dijo la doctora-para que se le quiten esas ronchas voy a tener que ponerle una inyección.

-Doctora podemos hablar un momento-dijo Arturo.

-Si claro.

-Ya vengo mi amor-le sonrió para no asustarla.

Se alejaron de la camilla para que Camila no pudiera oír nada.

-Doctora es muy pequeña-dijo preocupado-¿puede solucionarlo de otra manera?, nunca le han puesto una inyección, solo las vacunas y ella no lo recuerda.

-Señor Arturo entiendo que este preocupado y que no quiera que su hija pase por esto, pero es necesario, esta llena de ronchitas y hay que tratarse.

-Está bien-dijo resignado.

-Trate de estar tranquilo, su hija no tiene miedo, pero si lo veo a usted mal, ella va a saber que algo no está bien y puede que le transmita el miedo.

Arturo hizo su máximo esfuerzo para tranquilizarse y lo logro por el bien de su hija.

-Papi ¿Qué pasa? -pregunto.

-Mi amor, la doctora tiene que ponerte una inyección para que ya no tengas esas ronchitas-le sonrió.

-¿Cómo es eso papi? -se alarmo un poco.

-Es un piquetito en tu nalguita.-Ella hizo cara de miedo. Se le llenaron los ojos de lágrimas. Se extendió los brazos para que la cargara, él lo hizo.

-¿Duele papi? -estaba a punto de llorar.

Arturo volteo a ver a la doctora, que estaba preparando todo para inyectarla y le dijo que no.

-No mi amor-le beso la cabeza con ternura.

-Acuéstela en la camilla, por favor.

-Princesa, acuéstate si, va a ser rápido y yo estoy aquí contigo.

Camila se acostó.

-Papi, me abrazas-le pidió.

Él le agarro las manos. Camila tenía su carita escondida en la almohada. Tenia ganas de llorar. Arturo le daba besos en su pelo para calmarla. La doctora le bajo su pantalón y después su ropa interior del lado izquierdo.

-Va a pasar rápido pequeña-dijo la doctora amablemente.

Paso el algodón con alcohol. Después metió la aguja, Camila dio un grito. le dolió el piquete.

-Papi-estaba llorando.

-Tranquila mi amor, ya va a pasar, no te muevas princesa-dijo con dulzura.

Arturo la estaba pasando igual de mal que su hija al verla llorar. Recordó que el de niño también le tenia mucho miedo a las agujas. La doctora termino, ella subió su ropa. Arturo la cargo. Ella lloraba bajito. Él le sobaba el pelo.

-Aquí tiene la receta-se la dio a Arturo y él se fue con su hija, que se había quedado dormida en sus brazos.

Miedo a las Agujas E InyeccionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora