Paulina

231 11 5
                                    

Era una niña de 10 años que llevaba 3 días enferma, ya su padre quien era médico la había llevado al pediatra, pues él era médico internista. El pediatra le dio dijo que tenía una infección estomacal level, pues apenas iba empezando a desarrollarse y que debía de seguir un tratamiento de antibiótico para combatir la infección. La niña se puso muy contenta de saber que no tendrían que inyectarla, pues su gran terror a las agujas hacia que tuviera miedo de ir al doctor, aunque su padre lo fuese, pues el nunca la había inyectado por nada antes. Esa mañana amaneció un poco mal, pues estaba sintiendo el dolor un poco fuerte, pero se le pasó y disminuyó mucho, por lo que no le dio mucha importancia. Se puso el uniforme del colegio y bajo a desayunar para irse a la escuela.

-Buenos días mi amor-dijo Arturo su padre muy cariñoso.

-Buenos días papi-dijo ella sonriéndole.

Arturo estaba terminando de preparar el desayuno para ambos. La madre de Paulina no estaba presente, pues 3 años atrás había muerte de una fuerte leucemia. Paulina tenía solo 7 añitos, pero siempre de acordaba de su madre, pues papá siempre le hablaba de ella. Paulina tenía un hermano mayor de nombre Matías de 25 años, quien ya se había ido a la universidad.

-¿Cómo amaneciste amor?-preguntó Arturo poniendo los platos sobre la mesa.

-Bien papi, aunque me duele un poco el estómago-se quejo un poco.

Arturo dejo lo que hacía y fue a revisar a su hija. Le toco la frente y no tenía fiebre por suerte, también vio sus ojos y estaban normal. Al ver a su princesa supo que todo estaba bien y no se preocupo.

-Desayuna para que pueda darte tus pastillas y que el dolor desaparezca mi amor-le hizo cariñitos en la mejilla derecha.

Los dos desayunaron con normalidad, platicaron de algunas cosas, pues a Arturo le gustaba saber todo de sus dos hijo y aunque tenía mucho trabajo, siempre estaba más pendiente de ellos que cualquier otra cosa. Los amaba demaciado y sentía una gran responsabilidad, pues su esposa ya no estaba y él era a la única persona que sus hijos tenían. Terminaron de desayunar y le dio las pastillas a la niña. Después la fue a dejar al colegio, para cuando llegaron ya el dolor había desaparecido y se quedo mucho más tranquilo, sabiendo que su hija estaba del todo bien. Se despidió muy cariñoso de ella, la niña entró a la escuela y él se fue a su clínica. La mañana estaba transcurriendo normal, cuando Arturo recibe una llamada del colegio de su hija. Al ver de donde provenía la llamada contesto rápidamente sin importarle que tuviera paciente, perdió permiso para salir del consultorio.

-Bueno-dijo un poco preocupado-si maestra, ¿cómo está?-dijo tenso-si, mi amor, yo lo sé cariño-dijo con amor-¿te duele mucho?-estaba preocupado-ya voy por ti mi amor.

Arturo estaba preocupado. Le habian hablado del colegio para decirle que su hija se estaba retorciendo del dolor. Sin tener cabeza más que para su hija, termino la consulta y se fue por ella al colegio, en el camino le hablo a su pediatra para decirle lo que habia pasado, le dijo que se la llevara al consultor que debía de revisarla. Llego rápido al colegio y fue a la enfermería.

-Papi-dijo la niña extendiendole sus brazos al verlo.

Él fue hasta ella rápido y la tomo en brazos.

-Me duele mucho papi-dijo llorando.

-Vamos a ir con el doctor si-le dijo él con cariño.

La niña estaba confiada. Su padre se la llevo en brazos hasta el auto y la puso en el asiento de atrás, le abrocho el cinturón y se fue a la clínica de nuevo. No tardó mucho en llegar, el pediatra estaba desocupado y entraron.

-Hola pequeña-saludo el pediatra.

-Hola doctor Jesús-dijo ella un poco triste por el dolor.

-¿Te duele mucho?-preguntó al verla.

Miedo a las Agujas E InyeccionesWhere stories live. Discover now