Laura

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Era una chica de 20 años que llevaba mucho tiempo sintiéndose muy cansada, ya que no tenía una buena alimentación por darle más importancia a su trabajo. una mañana solo se tomo un licuado antes de irse a trabajar, pasaron un par de horas cuando se mareo repentinamente, por suerte para ella alcanzo a sostenerse de su escritorio. Se asusto mucho y decidido ir con el medico de la empresa.

—Hola—dijo con un poco de miedo.

—Adelante—le dijo sonriente Aldo—siéntate—la invito.

Laura tenia mucho miedo.

— ¿Qué te pasa? estas pálida—le dijo el médico.

—Me maree—dijo cerrando un momento los ojos—bueno—corrigió—estoy mareada aún.

—Pasa a la camilla para revisarte, por favor.

Laura tardo unos minutos en levantarse de su asiento. Las piernas le temblaban.

—Laura—dijo el doctor desconcertado al ver que no se movía— ¿Estas bien? —se acercó a ella.

Laura al sentir que le toco el hombro derecho se asustó.

—Si doctor—dijo más tranquila—estoy bien.

Se levanto de su lugar y camino a la camilla, se sentó. Aldo noto que tenía miedo y aunque ya era una mujer, le dio ternura verla como una niña pequeña. El doctor le reviso los ojos, le tomo la presión y la oxigenación.

— ¿Has estado alimentándote bien?

—La verdad—dijo nerviosa—no.

— ¿Qué desayunaste hoy?

—Solo un licuado, no me dio tiempo de desayunar, no tenía apetito—confesó—también me he sentido muy cansada últimamente.

—Vas a necesitar inyectarte vitaminas, se llama bedoyecta—dijo

Laura se asustó mucho más de lo que ya estaba, esa era una de las razones por las que no quería ir con el médico. Desde niña siempre les tuvo muchísimo miedo a las inyecciones.

—Por tu reacción puedo ver que tienes miedo, pero es muy necesario que recibas esas vitaminas.

Las manos de Laura empezaron a temblar, la cabeza le daba vueltas, pero también entendía que lo que el doctor le decía. Sabía que tenía que mejorar su alimentación.

—Está bien—dijo resignada.

En realidad, quería decir que no, pero si decía que no, el médico podía decírselo a su jefe y ella recibir una sanción y era lo que menos quería. Aldo empezó a preparar todo. Laura tenia su cabeza agachada, no quería ver la aguja. El doctor no tardo mucho en tener la jeringa preparada.

—Listo Laura—dijo tranquilo para darle confianza.

Ella se levanto y se desabrocho el pantalón, tenia un nudo en la garganta y no podía hablar, se acostó. Laura bajo su pantalón un poco de la parte izquierda y su ropa interior también.

—Doctor—dijo asustada— ¿Duele verdad?

—No te voy a mentir Laura, si duele, pero te prometo que voy a pasarte el liquido despacio.

Laura solo asintió. Le dieron muchas ganas de llorar cuando sintió lo frio del alcohol en su glúteo.

—Au—se quejo al sentir el piquete, le dolió mucho y fue inevitable que las lagrimas no salieran de sus ojos.

—No te pongas dura—le pidió Aldo.

Laura hizo lo que el doctor le pidió, pero le costo mucho trabajo hacerlo, el liquido dolía demasiado y parecía que nunca iba a terminar de pasar.

—Doctor—dijo llorando—duele, me duele mucho.

—Ya voy a terminar—dijo él.

A los segundostermino de pasar el liquido y saco la aguja de su piel. Le puso el algodón y subiósu ropa. Laura se quedó un ratito acostada. Tenia la pierna entumecida. No pensóque Aldo tuviera tan mala mano para las inyecciones. Cuando volvió a su oficinaaun le dolía la pierna.

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Les pido de favor que me sigan ayudando con ideas para seguir publicando historias. Muchas gracias por leer y dejarme sus recomendaciones. 

Miedo a las Agujas E InyeccionesUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum