Pablo

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Era un pequeño travieso de 5 años que tenían que hacerle un examen de sangre, ya que tenían que saber si tenía alguna enfermedad, ya que últimamente se enfermaba mucho y su pediatra les recomendó hacerlo para descartar algún problema mayor más adelante.

—Amor—dijo Carlos el padre de Pablo—¿Cuándo vamos a decirle al niño que tienen que sacarle sangre? —estaba un poco preocupado.

—Estoy pensando en eso amor—dijo Verónica—les tiene mucho miedo a las agujas

—Si amor, lo sé y lo va a tomar mal, eso me tiene un poco preocupado.

—Mañana antes de ir al laboratorio le decimos—ella también estaba preocupada.

Sabia que Pablo no iba a tomar bien la noticia. Se durmieron pensando en cómo decirle a su hijo lo que pasaría. Pablo dormía en su cuarto tranquilamente. A la mañana siguiente Pablo se despertó contento. Sus padres se pusieron tristes por la noticia que le darían.

—Hola mi amor—dijo su mamá disimulando—veo que amaneciste feliz.

Estaban en la cocina.

—Si mami, no tuve pesadillas—sonrió—¿Qué vamos a desayunar?

—Hijo—dijo su papá—no vamos a desayunar, tenemos que ir a un lugar antes.—se puso nervioso.

— ¿A dónde papi?

—Mi amor—su madre intervino—tenemos que ir a un laboratorio de análisis, para hacerte un examen de sangre.

—Mamá, papá ¿Por qué? —su carita reflejaba miedo.

—Campeón—dijo su padre—últimamente te has enfermado mucho y el doctor dijo que teníamos que hacerte un examen de sangre para descartar que tengas una enfermedad—se agacho para estar a su altura.

—Papá—dijo con lágrimas en sus ojitos—no por favor—lo abrazo.

Él lo cargo en sus brazos, fue hasta donde estaba su esposa, ella beso su cabeza. Pablo tenia miedo y los dos lo sabían.

—Sabemos que te da miedo mi amor—dijo dulcemente su madre—pero es muy necesario hacer esto, es para saber que tú estás bien.

—Está bien mami—dijo triste.

Pablo iba tranquilo en todo el camino, pero al llegar, se puso nervioso y tenía mucho más miedo. Su padre lo tomo en brazos, él escondió su carita en su cuello. Tenía ganas de llorar. Sus padres rellenaron una orden. Le entregaron a la recepcionista la orden del médico. Tuvieron que esperar un rato a que el químico experto en niños se desocupara. Pablo estaba en los brazos de su papá. Cuando tuvieron que pasar.

—Buenos días—dijo el químico amablemente.

—Buenos días—dijeron al mismo tiempo los papas de Pablo.

Él no dijo nada.

—Hola pequeño ¿Cómo te llamas?—pregunto el químico para romper el hielo con pablo al verlo con miedo y asustado.

—Pablo—dijo tímidamente.

—Siéntese con él—le dijo el químico a su padre.

Su papá se sentó en la silla con él.

—Mi amor—dijo él—voltéate—su padre lo volteo para que quedara de frente.

Pablo estaba temblando. Su mamá le estaba subiendo la manga de la camisa.

—Pequeño—dijo el químico—voy a ponerte la liga—se la puso. A Pablo se le llenaron los ojos de lágrimas.

—Tranquilo mi amor—dijo su mamá besando su frente. Le tomó la mano izquierda.

—Mami—estaba llorando.

—No va a pasar nada campeón—dijo su papá.

El químico paso el algodón. Pablo doble el brazo.

—No te muevas pequeño—dijo el químico tiernamente.

Su papá le detuvo el brazo para que no se moviera. Recargo la cabeza de Pablo en su hombro. Él cerró los ojos muy fuerte. Apretaba la mano de su mamá con mucha fuerza. El químico introdujo la aguja, Pablo dio un grito de dolor.

—Ya va a terminar mi amor—dijo su mamá.

Él se estaba moviendo. Su padre tuvo que agarrarlo un poco fuerte.

—Mamá duele—llorando.

—Tranquilo campeón—dijo su papá.

El químico saco la aguja y doblo el brazo de Pablo. Él se tiró a los brazos de su mamá llorando. Ella le sobaba la espalda para calmarlo. Al ratito se quedó profundamente dormido.  

Miedo a las Agujas E InyeccionesOnde histórias criam vida. Descubra agora