Jimena

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Era una niña de 12 años que estaba en ultimo año de la primaria.

—Niño—dijo el maestro Oscar—tengo que darles una noticia—estaba un poco preocupado por la reacción de los niños, sabía que sería difícil inyectarlos—tienen que recibir una vacuna contra la enfermedad meningocócica.

Los niños empezaron a hablar todos al mismo tiempo, se hizo un gran alboroto.

—Niños—dijo algo fuerte el maestro para que todos pudieran escucharlo—es necesario hacer esto.

Jimena estaba muy asustada, quería llorar, pero le dio pena que sus compañeros las vieran llorar y se burlaran de ella.

—Nuestros padres—dijo uno de los niños de nombre pedro— ¿están de acuerdo con esto?

—Claro que sí, el director les mando un informe por correo y ellos autorizaron que fueran vacunados—explico el maestro tranquilo—tenemos que pasar a la enfermería.

—Maestro—dijo Laura— ¿en donde nos van a vacunar? —pregunto temerosa de saber la respuesta.

—En la pompa—dijo el maestro.

La mitad de los niños tenían miedo, pero aun así se levantaron para salir del salón e ir a la enfermería. El maestro fue a hablar con el enfermero y volvió

—Van a ir pasando por apellido—dijo Oscar.

Jimena respiro profundo. Era la última de la lista, ya que se apellidaba Zárate. Los niños uno a uno fueron pasando. Alguno salía con lágrimas en los ojos y eso hizo que Jimena se pusiera más nerviosa. Media hora después llego el turno de Jimena. Cómo todos sus compañeros ya se habían ido las lagrimas empezaron a salir. Jimena estaba sentada en una silla con la cabeza agachada.

—Jimena—dijo el maestro afligido por verla con miedo—es tu turno—dijo agachándose a su altura.

—Maestro Oscar—dijo llorando—tengo mucho miedo.

—Lo sé, pero es necesario hacer esto, no te puedes ir hasta que pase—dijo con mucha paciencia—vamos—dijo parándose.

Jimena sin quererlo también se levanto de su asiento y camino lentamente al consultorio.

—Hola—dijo el enfermero Eduardo sonriendo.

—Hola—dijo mucho más asustada.

Jimena se quedó parada. Eduardo ya tenía todo listo.

—Acuéstate—dijo amable.

—Maestro ¿puede hablarle a mi papá, por favor?

—Va a ser rápido—dijo él tratando de convencerla.

—Por favor, no puedo hacer esto sin mi papá, él siempre me abraza.

—Llámelo, puedo esperar a que llegue—dijo Eduardo al ver a la niña con demasiado miedo.

El maestro salió del consultorio para llamar al padre de Jimena. Él le contesto, Oscar le explico lo que estaba pasando y Gabriel le dijo que en 5 minutos estaría en el colegio. Al llegar fue directamente al consultorio.

—Papá—dijo Jimena corriendo a abrazarlo.

—Hola mi amor—beso su cabeza.

—Papá tengo mucho miedo.

—Lo se mi amor, pero es necesario, ven acuéstate—le dijo con mucho amor.

Jimena se desabrocho el pantalón. Estaba temblando de miedo. Se acostó. Cuando lo hizo ya estaba llorando.

—Papi—dijo.

—Yo estoy aquí mi amor.

Eduardo bajo un poco su pantalón y ropa interior. Ella se puso dura.

—No te pongas dura pequeña—le pidió.


Jimena le dijo que si con su cabeza. Su padre la tomo de las manos. El maestro sostuvo sus piernas para que no se moviera. Eduardo paso por su glúteo el algodón con alcohol.

—Vas a sentir un pequeño piquetito, no te muevas por favor, para no lastimarte—apretó su glúteo y metió la aguja con mucho cuidado.

—Papá—dijo llorando más fuerte al sentir el dolor del piquete.

—Ya va a pasar cariño, tranquila—dijo Gabriel dándole besos en la frente.

Eduardo metió el líquido rápido, ya que no dolía, cuando termino saco la aguja y le dejo el algodón y subió su ropa. Jimena rápidamente se le fue a los brazos a su padre.

—Te felicito mi amor, fuiste muy valiente—le beso la cabeza.

Padre e hija salieron del consultorio luego de dar las gracias al maestro y al enfermero. Gabriel llevo a su hija a comer hamburguesas. Pasaron una tarde muy bonita.

Miedo a las Agujas E Inyeccionesحيث تعيش القصص. اكتشف الآن