Mariana

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Mariana había despertado con un fuerte dolor en la garganta, pero no se lo quiso decir a su esposo porque se preocupaba demasiado y sabía que le diría que fuera al médico y ella lo quería evitar a toda costa. Quiso comer algo, pero no pudo tragar, hasta cuando pasaba su saliva por su garganta le dolía mucho. Se toco la frente y le estaba dando fiebre, fue cuando se preocupó. Le llamo a su esposo para decirle que estaba enferma y que iría al médico. Él le dijo que lo mantuviera informado de todo. Después llamo para hacer la cita para esa misma mañana, por suerte su médico si tendría un espacio para ella. Se cambio y manejo muy despacio al consultorio.

—Buenos días—dijo a la secretaria.

—Buenos días—dijo ella sonriente—el doctor la está esperando, puede pasar.

—Muchas gracias—dijo entrando al consultorio.

El medico la vio y supo que verdaderamente estaba mal, estaba sudando lo que significaba que tenía fiebre.

—Verdaderamente estas mal para a ver venido, no Mariana—la regaño.

Mariana casi nunca se enfermaba, pero cuando lo hacía, se resistía a ir al médico por su pánico a las agujas.

—Siéntate en la camilla por favor—dijo por fin Jorge.

Mariana no quiso hablar el hizo lo que el médico le pidió. La reviso bastante bien.

—Tienes una fuerte infección en la garganta y fiebre—le dijo más tranquilo—solo hay una forma de que te cures lo más rápido posible—le dijo con pesar al verla con cara de susto.

—Está bien doctor—dijo resignada.

Jorge hizo la receta y se la entrego, pero sabia que Mariana no le haría el menos caso y decidió llamarle a Samuel el esposo de Mariana para decirle lo que estaba pasando con ella. Al salir de su trabajo Samuel fue directo a una farmacia y compro el antibiótico y se fue a su casa.

—Hola amor—dijo cariñosamente—¿Como te sientes? ¿Qué te dijo el médico?

—Hola amor—lo beso en los labios tiernamente—tengo una infección en la garganta, pero ya me dio medicamento y ya me siento mejor.

—No tienes por qué mentirme—dijo un poco molesto—sé que te dieron inyecciones, Jorge me lo dijo, sabia que no me ibas a decir y no se equivocó—cruzo los brazos.

—Amor—dijo ella rápidamente—si te lo iba a decir, pero es que tu sabes que le tengo mucho miedo.

—Y si te entiendo, es por eso que siempre que las necesitas el que te inyecta soy yo, así que esta vez no será la excepción, voy a preparar todo ahorita regreso.

Samuel fue a la cocina a lavarse las manos y preparar la inyección. Mariana estaba muy nerviosa, no quería recibir una inyección, pero también sabia que la necesitaba. Samuel volvió al cuarto.

—Listo amor—dijo con pesar al verla muerta de miedo—no te va a dolor, voltéate—le pidió.

Mariana se estaba debatiendo en su lo hacia o no. Samuel no era paciente y se le notaba que ya se estaba desesperando.

—Amor—dijo con mucho amor—por favor, va a ser rápido, lo prometo.

—Amor—Mariana tenía lágrimas en los ojos—no quiero.

—Lose, pero es realmente necesario, escucha tu voz, además te puedes poner peor—le dijo.

Mariana lo pensó ysupo que era verdad. Sin decir nada más se desabrocho el pantalón y se voltio,Samuel no le dijo nada para hacer las cosas rápido. Le bajo su ropa interior. Desinfectosu glúteo y con mucho cuidado metió la aguja, trato de se lo más suave que pudopara que no le doliera, pero Mariana al sentir la aguja penetrar su piel llorocomo niña pequeña, Samuel se apuro a introducir el liquido y sacar la aguja, nosoportaba escuchar llorar a su esposa de esa manera, cuando saco la aguja Marianano se dio cuenta. Samuel subió su ropa interior y la abrazo muy fuerte. La consolópor un largo rato, hasta que ella le sonrió. Los dos se entregaron en un beso muyapasionado y dulce.

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Muchas gracias por sus sugerencias, espero que les guste y que me sigan pidiendo más capitulo. 

Miedo a las Agujas E InyeccionesWhere stories live. Discover now