Capítulo 1: Moriré bajo mis propias manos.

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Mao Deng siempre fue una persona promedio, sin sueños grandes ni aspiraciones ambiciosas, se conforma con bastante poco.
A sus veintiséis años se convirtió en un maestro de matemáticas en una buena escuela y su vida fue muy plana, fácil de llevar.

El maestro tenía una buena relación con sus alumnos, niños de once, doce o trece años recién entrando en la adolescencia que podían ser incluso más complicados que los cursos mayores.
Mao Deng tendía a quedarse hasta tarde para ayudar a los niños que no podían entender sus clases, destacándose entre ellos una niña algo descuidada físicamente, con el cabello largo y despeinado.

El maestro se tomaba el tiempo de cepillar el pelo de la niña y con algo de tiempo logró aprender a trenzarlo. La joven niña era de un altos recursos, pero fue un acto de negligencia el que hizo que la niña que debería saber valerse por sí misma no prestara atención a esa salubridad o higiene personal.
"Pequeña Mei, ¿tus padres han vuelto a casa?"

Los ojos de la niña cayeron en la hoja de respuestas antes de contestar con voz débil. "Siguen trabajando. La tía Yu dice que volverán en un mes más."
Mao Deng temía que incluso si trataba de hacer algo, nada bueno sucedería a la joven Mei. Habló con los padres una vez, fue como tratar de entablar una conversación con una pared. "Es su alumna, eduquela usted", Mao Deng no sabía si quería reír o golpear a alguien.

Habían pasado dos años y la joven Mei también creció en ese tiempo, ahora tenía trece años, a diferencia de los otros niños, ella era más madura en ámbitos de personalidad y responsabilidad, pero el maestro pensaba que eso no estaba bien.
Una niña es una niña, una niña que es forzada a crecer demasiado rápido no aprovecha su niñez.

El tiempo que pasó en el curso B fue largo, tres años viendo a crecer a los mocosos de aquel sector y era reacio a dejarlos ir, pero estaba feliz cada vez que, perezosamente, los niños volteaban su cabeza para verlo explicar.
Se río, se enojó, se entristeció en esos tres años.

Fueron buenos tiempos.

El hombre se encogía en el suelo de dolor, mirando a una niña de cabello desordenado tratar de vendar la herida de su brazo con desesperada esperanza.
La niña que vio crecer, la pequeña Mei era toda una adulta ahora, no pudo dejarla ser una niña por mucho tiempo.
Cuando el apocalipsis llegó, los niños estaban con sus padres o familiares, solo esa niña fue la que se quedó en la aula de la escuela arrinconada en un sector de allí.

El maestro la cuidó y le prometió que sus padres vendrían, pero ella simplemente se quedó con él.
Hubiera sido bueno si ellos venían por ella, en un mundo sin ley ni reglas, el maestro finalmente podría haber golpeado al indiferente padre y a la negligente madre.

"Profesor, podemos cortarla, así quizás..."
Ella estaba arrodillada en el suelo frente a él, los años habían pasado demasiado rápido, tanto que el hombre veía a esta niña como toda una mujer ahora, creció tan apresurada que el maestro no podía diferenciar la cara llorosa de ahora y la de hace quince años.
Fueron quince años de puro sufrimiento, pero sostenía la mano de una niña, una niña a quien no podía dejar sola.

"MeiMei, es muy tarde..."
La voz del hombre pareció romper a la niña, quien obstinada se negaba a alejarse del peligroso hombre.
Cuando los zombies llegaron a hacer aparición, las personas también despertaron poderes mágicos. Mao Deng esperaba tener poder para proteger a la niña, pero nunca desarrolló ninguno, a diferencia del resto de personas con las que se cruzaba.

Lo único que tenía era su cuerpo.
Al menos tenía eso.

"M-Maestro, por favor, no...no quiero estar sola. Tengo miedo, maestro..."
La niña de pronto sintió la mano del hombre en su cabeza, frotando con algo de complejidad su cabeza, ordenando un poco su peinado.
"Pasarán unas horas antes de que tenga que irme...¿Qué tal si, tu...me cuentas, una historia...? El maestro se quedará lo más que pueda, no tengas miedo."

Amado Bastardo. [BL]Where stories live. Discover now