Side B: Behind Us

3.1K 314 296
                                    

Recuerdo la noche que me perdí sentada al borde de una piscina viendo la vista panorámica de una ciudad a la que me prometí que nunca volvería

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Recuerdo la noche que me perdí sentada al borde de una piscina viendo la vista panorámica de una ciudad a la que me prometí que nunca volvería.

Las Vegas.

Recuerdo la oscuridad, el tacto, el agua quieta que luchaba por el espacio mientras nuestros cuerpos estaban encerrados en un abrazo al borde de la piscina.

O cuando desafiamos las leyes de la física detrás de cuatro paredes.

O cuando nos tomamos de la mano por primera vez.

Pero todo acabó.

Quizá por miedo.

Quizá por temer al dolor que causaría nuestro amor.

Estoy sintiendo uno de esos dolores en este momento. Un dolor agudo en mi vientre...

Sabía lo que era el dolor físico; el conocido dolor de una rodilla raspada sobre el asfalto tras una caída; o una migraña por tener la mente llena de pensamientos y preocupaciones e incluso por ataques de ansiedad; o calambres menstruales.

Ese tipo de dolor es el que lo alivia un analgésico, una compresa fría con anestesia, o un buen descanso.

Pero ¿Y ese dolor que te aplasta el corazón? Para ese no hay analgésico que alivie, compresa fría que anestesie, o descanso reparador que lo cure.

Ese dolor lo sentí en el momento en que puse mis cosas en la maleta y me despedí de ti.

Es el dolor que viene después del "crack" que hace el corazón cuando se rompe, metafóricamente...

Es el dolor de un pudo haber sido y no fue, ni tampoco será.

El dolor sentimental es muy diferente al dolor físico.

Por eso te masacra.

Y hoy, sintiendo el dolor de las consecuencias de nuestras acciones, me juré que todo mi dolor ya no me mataría. Todo el dolor que me hiciste sentir, con todas mis fuerzas juntas, lo estoy expulsando ahora mismo para ser solo una madre amorosa para mi hijo.

Es con el dolor físico del parto que te dejé partir finalmente, llevándote todo mi dolor, todas mis inseguridades y miedos porque en el momento en que me enteré de él, acepté, y juré amar a mi hijo.

Mi hijo.

Mi bebé que puede haber venido de un desliz tuyo con tu "distracción" pero de mí, vino del amor que sentía por el chico al que me entregué en cuerpo, alma y corazón.

Pero eso nadie necesita saberlo, ni siquiera tú.

Tomé una respiración profunda y agradecí al cielo por una pausa de veinte segundos antes de otra contracción.

Sosteniendo la mano de mi madre no sé de dónde saqué la fuerza pero valió la pena cuando suspiré de alivio al escucharlo gritar llorando.

Mi bebé acababa de nacer.

behind the spotlight » jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora