1. Origen

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Mi vida no es la mejor de todas, es más no sé si esto que hago cuenta como una vida, una propia.

Todos los años que he vivido que son diecisiete —próximamente dieciocho —; me las he pasado haciendo todo lo que ordenan o manden, haz esto, haz lo otro, no contestes a menos que te lo pidan, se una sumisa. En fin esto no es vida.

Agradezco que me hayan dado un techo aquí en el orfanato o es lo que hacen ver a muchos, este no es una casa hogar común y corriente como muchas que debe haber por el mundo. Aquí solo reciben niñas, bebés recién nacidas e incluso aquellas que tocan la adolescencia nada más, ni un niño es aceptado.

Se preguntarán el por qué, en un punto también me hice la pregunta no sabía la razón hasta que el tiempo pasaba y crecía. Cuando estaba en mi niñez me preguntaba por qué de la nada desaparecían las que ya tenían recién cumplidos sus dieciocho, no entendía a dónde las llevaban o si en algún punto alguna familia las adoptaba, tampoco era algo que no entendía por qué nunca vi ninguna familia que quisiera adoptar por aquí, pensé que tal vez no nos querían —fue tonto de mi parte, solo era una niña en ese entonces tratando de entender lo que sucedía a mí alrededor—.
Una ocasión escuche conversaciones de las mujeres que nos cuidaban en ese entonces, para esa época tenía doce años, fue ahí donde entendí todo.

Éramos subastadas al mejor postor que pagará por nosotras, mejor dicho aún se hace y muy pronto lo harán conmigo, junto con otras más. La primicia de todo esto es que toda jovencita subastada es virgen.

Se preguntarán qué clase de persona hace tal cosa, yo aún me lo pregunto, y una respuesta tal vez lógica: dinero. Si, dinero, es lo único que les interesa, somos una fuente de dinero, pero no por unos cuantos billetes, miles, millones de billetes.
¿Y que nos toca a nosotras? Absolutamente nada, quizá un infierno, ¿felicidad? lo dudo, nadie de nosotras sabe que ocurre con las demás cuando llega el día.

Había escuchado por los pasillos de aquel lugar que en el lugar donde ocurre tales cosas no solo asisten hombres sino también mujeres, no hay distintivo de sexo. Otras decían que nos usaban para cosas inimaginables, ¿cuáles serán esas? nadie sabe.

De todas las que habitamos en este lugar siempre hemos tratado de averiguar algo, hemos escuchado conversaciones detrás de las puertas, siempre cuidadosas, aquí todas nos echamos la mano. Algunas tratan de huir antes que se llegué el tiempo de irse, nadie ha podido salir de aquí a menos que sea para llevarse a la subasta y jamás volver.

Cada fin de semana nos sacaban al pueblo, solo por una hora y con supervisión claro está que no nos dejarían solas sabiendo que algunas desean escapar.

Dentro de una semana será mi cumpleaños y acabando el mes seré subastada con las demás que cumplen en el mismo mes, nada prometedor. No falta casi nada, lo único que queda es mi resignación.
Me preguntó por qué me abandonaron aquí, una pregunta sin respuesta. ¿Algún día habrá respuesta?

¿Tendré una mamá, un papá, hermanos, una familia?, ¿Qué se sentirá tener una?, ¿Sabré algún día quienes son mis padres o si tan siquiera que aún viven? O la razón del porque me abandonan aquí.

Camino por los pasillos perdida en mis pensamientos sin rumbo fijo. He perdido un par de clases, por que aunque no lo crean ignorantes no somos tanto. Si no asisto a otra más me regañaran, regreso a la recámara a recoger mis libretas de las siguientes materias que faltan, seguro recibiré una reprimenda o algún castigo incluido como es de costumbre.

—Elaine —alguien me llama detrás mío, volteo a ver de quién se trata—. Que bueno que te encuentro la madame Ricci quiere verte en su oficina —seguro será por las clases a las cuales no asistí, pienso—.

Subastada al mejor postorKde žijí příběhy. Začni objevovat