38. La venganza se sirve en un platillo frío

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Mi corazón se acelera por el miedo de una mujer desquiciada.

Retrocedo un poco más para poder estar lo suficientemente lejos de ella, no puedo echarme a correr tengo a Eileen y no podré hacerlo.

—Deja de retroceder —grita alarmándome—. No lo hagas.

—Solo vete Heather, te meterás en problemas —trato de resaltar lo último.

—No me iré sola —añade—, tú vendrás conmigo.

—¿Qué es lo que quieres?

—Mmm —veo que lo piensa—. Nada, solo hacer sufrir a Jayden —la veo sonreír con malicia.

Veo que se voltea un poco, me volteo para tomar en brazos a mi hija y poder correr de esta mujer.

Cuándo lo hago un grito de ella me detiene: —Detente o te disparo —esas palabras me congelan el cuerpo.

Hago lo que dice, me tengo.

—Voltéate —ordena—, hazlo o aquí mismo le doy un tiro a esa chiquilla.

¡Oh dios!

Me volteo para cumplir su petición.

Veo que sostiene un arma en sus manos decidida a dar con ella. No pensé que llevará un arma con ella, seguro la traía debajo de la chaqueta que lleva.

Nos apunta a ambas con la pistola, escondo la cabeza de Eileen en mi hombro para que no vea.

—Tengo miedo mami —susurra contra mi.

Su voz se escucha asustada y a punto de querer llorar.

—Tranquila solecito, vamos a salir de esta —la abrazo.

Veo como se acerca para apuntar el arma cerca de mi cara, por instinto cierro los ojos.

—Tienes miedo —le causa gracia—, que bueno que lo tengas no voy a dejar que escapes o le doy el tiro a la niña.

Alarga su brazo para tocar a mi hija y rápidamente me aparto.

—No la toques —le advierto—. Mi hija no.

—No estás para objetar, estás para obedecer yo soy la que decide así que mejor no digas nada —cada palabra que da es una más para acercar la pistola a mi cara—. Ahora vas hacer lo que yo te diga.

Solo quiero que llegue alguien a la casa y me saque de esta situación.

—¿Quedó claro? —remarca la pregunta.

Asiento.

—Muy bien, ahora camina —me señala por dónde salió—. Irás en frente mío, no intentes pasarte de lista o esto —señala el objeto—, le hará una linda perforación a tu hija.

Hay unas terribles ganas de llorar. Me mantengo fuerte.

—¿Qué nos harás?

—Si todo sale bien, a la niña nada —agrega—, pero a ti...

No dice nada más.

—Mejor camina —me empuja para que empiece a caminar.

Escucho el sollozo de mi hija, se me arruga el corazón. Está asustada, yo también lo estoy.

—No llores mi niña, vamos a salir de aquí —le doy un beso—. No llores, no lo hagas —se me parte la voz.

Se me prende el foco, en mi muñeca izquierda llevo un brazalete, trato de quitarlo disimuladamente para dejarlo tirado y ojalá alguien lo encuentre, solo estamos a unos pasos de la cabaña.

Subastada al mejor postorحيث تعيش القصص. اكتشف الآن