3. Llego el día

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Las despedidas no son tan bonitas como te las pintas o las ves en las películas eso lo supe cuando vi mi primer película en el cine del pueblo, lo vi como aquellas chicas que eran amigas aquí  y tenían que separarse para llevarlas a las subastas, el como lloraban, el como no querían dejar de aferrarse la una a las otras.

Ahora se que se siente, un nudo en la garganta, unas cuantas lágrimas acumuladas en los ojos, tristeza. Ya es de noche, solo me quedan unas horas para marcharme de este lugar.

Estoy acostada en mi cama, miro el techo, el sueño no me ha llegado por los nervios y el miedo, no me ha dejado en paz estos últimos días. La incertidumbre del saber que me espera allá afuera. Todo está en oscuridad, cada una está en sus respectivas camas durmiendo y yo aquí pensando que mañana muy temprano me iré a lo desconocido.

Me duele irme, me duele sobre todo dejar a mi amiga, hace unas horas atrás estuve con ella seguro mañana ya no la veré.

Una de las ventanas queda al lado de mi cama, me levanto y me siento, veo como el reflejo de la luna, y las luces se cuelan alumbrando una pequeña parte del cuarto. Me pierdo en un punto viendo a lo lejos las luces de las demás casas, la soledad que siento ahora mismo es tan grande; no me muevo de mi sitio, no hago nada permanezco ahí.

Una parte de la oscuridad me envuelve en ella, al igual que la soledad, el vacío me toma y yo me dejó llevar. No se cuantos minutos pasan o si incluso llegan a ser horas, sigo sin sueño pero aún así obligo a mi cuerpo tumbarme en la cama para poder dormir un poco o mañana tendré unas ojeras de muerte.

Cierro los ojos, unas cuantas lágrimas salen no las detengo, dejo que se pierdan sin rumbo por mi rostro. Así me quedo dormida con lágrimas que se resbalan y me pierdo en un profundo sueño donde quizá sueño con una vida normal —lo que más deseo—.

Al parecer no siento mi cuerpo descansar por qué me despiertan al momento en el que cerré los ojos y así lo pienso, un grave error al ver qué el sol ya se cuela por las ventanas. Otro día, el día que me voy.

Llegó el momento de marcharme con las otras.

Una de las cuidadoras me tiende una ropa normal y me encamina a las duchas donde encuentro a las demás, les sonrió dándoles buenos días.

Me tomo un poquito más de tiempo asearme, enjabono mi cuerpo y al salir me pongo la ropa que me han dado, cepillo mi pelo húmedo. Me observo en el espejo, hay unas leves ojeras se la razón, no me recriminó por ellas lo sabía. Tomo mi pijama para entregarla.

Pongo en marcha mis pies, los pasillos están un poco desiertos en unos minutos más seguro se levantan ya va a hacer hora.

Veo como a lo lejos se cuenta la madame, ya hay unas cuantas ahí, faltan como dos y yo.

—Buenos días madame Ricci —saludo a la mujer que lleva un traje color azul marino, un pinta labio color rojo y unas uñas tan bien limadas.

—Buenos días señorita Elaine

Las otras compañeras llegan a formarse.

—¿Ya están todas? —pregunta a una de las cuidadoras, ella asiente—. Perfecto, en cinco llega el transporte y en diez nos vamos.

—Sus vestidos ya están aquí, una de nosotras irá con ustedes en el transporte que las llevará y en el otro auto viajará la madame con dos más cuidadoras —avisa una.

Nos sentamos en una de las bancas que se encuentra en la salida, no tarda mucho en venir a avisar que ya ha llegado.

La alarma suena por todos los pasillos, es hora de levantarse, Riley recién se va levantando, ya no la veré.

Subastada al mejor postorWhere stories live. Discover now