34. Unas cuantas verdades

46.6K 2.8K 360
                                    

Elaine Klein

Las mañanas suelen estar tranquilas, levantar a mi hija, vestirla, desayunar y luego partir para llevar a Eileen al preescolar y yo al trabajo.

Voy por las calles de París manejando mi auto, mi hija va en la parte trasera sentada como una niña buena. Me estaciono para bajar del vehículo. Tomo la mochila de mi hija. Caminamos hasta llegar al portón.

—Pórtate bien hija y pon atención a la clase —toco su nariz de manera cariñosa—. Vengo por ti a la salida soleil.

Si mami, ¿a la salida me llevas por un helado? —ladea la cabeza haciendo ojitos.

—Si te portas muy bien lo haremos —prometo—, ve dentro.

Camina para entrar a su aula.

Antes de ir a la empresa me estaciono para bajar a comprar en una cafetería. Una chica muy amable me atiende. Pido un café negro que necesito para iniciar el día.

Hoy tendré algo tranquilo en el trabajo así que no voy apurada.

No tardo mucho en volver a ponerme en marcha, al llegar encuentro a la recepcionista de la empresa, me da un saludo de buenos días y digo mi camino para subir al piso dónde está mi oficina.

Coloco mi bolso en uno de los sofá, me voy directo a mi escritorio a abrir mi laptop.

Pasa medio hora después cuándo mi teléfono suena en algún lado, busco mi bolso y lo saco.

—Elaine, ¿cómo estás?

—Bien gracias por preguntar, ¿y tú? —no se cómo tener una conversación con él.

Desde que me vio en mi departamento con Jayden me evito todo el día.

—Bien, podemos hablar —no es pregunta es más como «necesitamos hablar».

—Claro, justo ahorita no estoy tan ocupada. Ven a mi oficina —cuelgo.

Creo que ya se por dónde va esto.

Lo siento tanto Adrien.

En cinco minutos ya está tocando la puerta.

—Pasa —al decirle abre la puerta ingresando.

—Hola —no lleva su habitual sonrisa que me dedica siempre.

—Hola —contesto—. Toma asiento, y dime de qué quieres hablar.

—Seguro que te haces una idea de que —lo hago.

—Ilumíname

—Lo que ha pasado con nosotros.

Haber conocido a Adrien fue mi manera de sentir que tenía un amigo con el cuál contar.

Podía reír con él, podía contarle mis días y podía ser yo sin ningún tipo de problema.

—Sabes bien que nunca habrá nada —mi sinceridad hace que frunza los labios—. Te dije que no podía ofrecerte nada, por qué en mi no había manera de querer a otra persona más que mi hija.

—Suena tonto e iluso que haya tenido al menso una posibilidad contigo, por un segundo pensé que podría enamorarte —ríe sin ganas—. Me ilusione contigo, al inicio me gustaste y después paso a ser más que eso.

Me duele saber que le romperé el corazón o más bien ya se lo rompí.

—Se que el corazón no mide de a quien elegir —lo sabía más que nadie.

Se pone a ver por la ventana sin darme la cara a mi.

—Verte con él me lleno de rabia, más que celos fue enojo al saber todo lo que te hizo y aún así ahí estaba en tu departamento como si nada —habla con ese tono elegante que tiene—. No te juzgare, no soy ese tipo de hombre.

Subastada al mejor postorWhere stories live. Discover now