Capitulo 13

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Tenía las llaves del apartamento de Nancy en su mano, más su cabeza le repetía una y otra vez que estaba haciendo las cosas de manera incorrecta.

Ella tenía claro que existían partes de su trabajo que traspasaban cualquier límite y de las que no podía ser partícipe ni siquiera como oyente, pero eso nunca había sido un problema en verdad.

Su relación jamás se había visto afectada, porque las cosas estaban claras entre ambos y habían podido seguir adelante pese a todo.

La amaba. No importaba qué, ella era su refugio; Nancy estaba allí para él, sin importar qué tanto se sintiera consumido.

Pero ahora, odiaba sentir aquella culpa cada vez que estaba junto a ella, porque daba igual qué tanto deseara poder verla, al final sus encuentros terminaban siendo un escape a lo que sucedía junto a alguien más. No era justo, e incluso así no podía evitarlo.

Exhaló, abriendo por fin la puerta y dirigiéndose al cuarto. Se deshizo de su ropa, alejando las sábanas del cuerpo y posicionándose sobre ella. La besó con lentitud, logrando que Nancy despertase completamente.

Sus manos acariciaron por sobre la fina tela de su pijama, levantándolo apenas para abrirse camino entre sus piernas. La escuchó gemir mientras sus dedos penetraban uno a uno, ansioso porque su voz pudiese borrar el recuerdo de Pete y pudiera devolverlo a la realidad.

-Mierda... -musitó, separándose de Nancy abruptamente. Ella frunció el ceño, acunando el rostro de Vegas en una suave caricia para tranquilizarlo, buscando sus labios sin negarse ante la brusquedad con la que él respondió.

Era obvio que algo le molestaba; lo conocía más que cualquier persona y su cabeza no estaba soportando su trabajo.

-Necesitamos hablar, Vegas.

El pelinegro rió, dejando que sus manos volvieran a vagar por el cuerpo de ella e ignorando sus palabras; no necesitaba hablar, necesitaba sacar de su sistema todo lo relacionado a su protegido.

Necesitaba volver a sentirse al mando de su vida.

Buscó con torpeza en el cajón de la mesa de noche, vaciándolo entre maldiciones hasta encontrar el pequeño envoltorio metálico; sin tomarse demasiado tiempo, lo rodó sobre su miembro, penetrando a Nancy con brusquedad.

Su mente desconectada totalmente de sus acciones; sabía que estaba usando demasiada fuerza, pero era incapaz de detenerse en verdad. Ella gemía e intentaba seguir el ritmo que Vegas le imponía, debatiéndose entre el placer y el dolor que la brusquedad de todo aquel acto despertaba, sintiendo los dedos de Vegas sostenerla con demasiada fuerza, como si el pelinegro no fuese consciente de lo que hacía.

Cuando todo aquel encuentro acabó y el pelinegro se separó de ella, Nancy no pudo evitar sentir que la distancia impuesta por Vegas durante los últimos días se hacía mucho más profunda.

Había visto sus ojos y en ellos poco quedaba de su Vegas. -No desaparezcas -susurró con miedo.

El pelinegro frunció el ceño, reaccionando al fin cuando vio la preocupación en sus ojos. Estaba actuando de forma equivocada... Ella no merecía eso. La rodeó con sus brazos, relajándose luego de unos minutos.

-Lo siento. Estoy aquí... Sólo estoy estresado.

Nancy asintió, empujando con suavidad el cuerpo de Vegas; se hizo espacio a su lado, descansando una de sus manos sobre su pecho, trazando suaves caricias por su piel aún cubierta de sudor. -Vamos a estar bien. Siempre lo estamos, ¿No?

Untouchable - VegaspeteWhere stories live. Discover now