Capitulo 40

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Con violencia, obligó a Pete a arrodillarse junto a Minjae, desenfundando su arma para forzarlo a empuñarla, pese a que él daba todo de sí para poder negarse a aquello.

—Basta... Basta, basta... —suplicó, luchando por liberarse, pero el terror estaba consumiéndolo y sus manos eran sujetas con demasiada fuerza, incluso aunque su cuerpo estaba siendo sacudido por violentos temblores—, ¡Suéltame!¡Por favor, basta!

Exhaló, viendo la forma en que los ojos de Pete se llenaron de miedo y asco sólo hacia él, la rebeldía de siempre apareciendo una vez más.

—La traición no se perdona, bebé. Así que haz tu trabajo.

—No, no, no... Lo siento, él va a irse... Por favor, basta...

Rogaba entre lágrimas, sollozando desesperado cuando las manos de Hyung Sik guiaron las suyas, forzando uno de sus dedos hacia el gatillo del arma que ahora estaba apuntando directamente contra la sien de Minjae.

Intentó moverlo, pero el índice de Hyung Sik se sobrepuso al suyo, controlando sus movimientos sin lugar a réplicas. Los labios de Hyung Sik se presionaron contra su cabeza, pero no podía controlar ya los gritos desesperados que desgarraban su garganta.

Luchó, angustiado por liberarse, mas Hyung Sik terminó de empujar el cañón de su arma contra Minjae y entonces, sin poder evitarlo, el dedo que Hyung Sik mantenía sobre el suyo en el gatillo, se hundió sin dudas y de manera firme.

Escuchó el disparo cubrir su propia voz y sus ojos siguieron el trayecto del cuerpo de Minjae a su lado mientras caía contra el piso, rodeándose de su propia sangre.

Hyung Sik lo liberó y sus manos cayeron contra el piso, sintiendo la calidez de aquel líquido rojizo fundirse bajo su tacto; la bilis subiendo por su garganta ante la imagen frente a él y el olor de la sangre colándose en sus fosas nasales de forma abrumadora.

—M-Min... Minjae... ¡Minjae!

Hyung Sik enfundó su arma, observando a Pete en silencio por largos segundos.

—Saquen la basura de mi Club, no quiero este desorden en mi Velvet, ¿Entendido? —dijo fríamente—, y lamento esto, bebé... Pero no puedo permitir que vuelvas a mirarme como un jodido animal salvaje. Necesitas comprender las reglas, bebé; así que iremos a conocer un lindo lugar.

Pete alzó su vista, pero su expresión se encontraba totalmente en blanco. El miedo a aquel hombre sobrepasándolo y el horror de lo sucedido destrozando su mente.

Quiso acercarse a Minjae, pero sus brazos fueron tirados con fuerza para levantarlo, arrastrándolo lejos del cuerpo que yacía inerte.

«Sólo existimos nosotros...¿Puedes verme, Minjae?

También estoy muriendo ahora... »

Cerró sus ojos al salir de aquel lugar, paralizado y asqueado. Hyung Sik lo esperaba para rodear su cuerpo con el mismo afecto de siempre, acariciando su cabello con suavidad.

—Tranquilo, bebé. Sé perfectamente lo que es perder personas que amas... Ahh, me siento muy triste por lo sucedido con tu príncipe...

Fue imposible para Pete detener la risa estridente que lo azotó, comprendiendo ahora por qué razón aquel hombre era así de respetado.

Había escapado del infierno con la esperanza de obtener algo mejor, mas ahora se encontraba preso de aquel amor que le arrebató absolutamente todo. Era dueño del mundo y Hyung Sik se había encargado de recordarle que nada podía conseguirse gratis.

Untouchable - VegaspeteWhere stories live. Discover now