|| Capítulo 2 ||

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Tal y como se dispuso a hacer, Alemania se encaminó hacia las afueras del edificio en dirección al aparcamiento exclusivo de personal, donde un coche patrulla le esperaría para ser usado. Serio y centrado en la tarea, sus pasos eran firmes contra el suelo, botas resonando y semblante impasivo.

Otros policías, personal de limpieza o trabajadores cruzaban el pasillo de igual manera, pero el alemán no se fijaba en ellos, su mente planeando estrategias, hipótesis y teorías sobre el crimen que iba a investigar.

Pero como al parecer sus días de suerte se habían acabado desde que empezó a trabajar con el ruso, no pudo frenar a tiempo sus rápidos andares, e impedir chocarse con un cuerpo más alto y músculo que él en la interseccion de una esquina, y para mejorar la situación, el cuerpo de un confundido eslavo.

Emitió un pequeño quejido por el golpe, levantando su fruncida mirada para, con sus pequeños colmillos, gruñir al alfa—¡Fíjate por donde vas!

Rusia abrió la boca en una mezcla de sorpresa y completa ofensa, frunciendo sus propias cejas en indignación—Pero si- ¿sabes qué? Que te jodan.

Alemania no se molestó en contestar, demasiado orgulloso para admitir incluso una mínima parte de la culpa; lanzándole una última mala mirada, prosiguió su camino no sin antes empujar con el hombro al ruso mientras pasaba, irritado—Apártate.

—Niñato, sabes que puedo hacer perfectamente que te despidan con una simple queja hacia la alta dirección, cuida tus actitudes pedazo de ególatra.

Oh. Tenía razón, su trabajo estaba colgando de un fino hilo, ¡pero mierda! Ese alfa le irritaba, ¡todos le irritaban, no le salía ser amable con él!

Paró sus movimientos, no dignándose a girar por completo pero al menos mirándole por encima de hombro—Pues empieza tú a comportarte también.

Rusia alzó un brazo hacia arriba, indignado por la hipocresía del menor—¡Anda ya, pero sí yo no he hecho nada! Ni siquiera me conoces y me tienes tirria solo por ser un alfa, eso en mi diccionario es la definición de racismo, ¿sabes?

Alemania rodó los ojos, girándose por completo para encararle mientras se cruzaba de brazos.

—No te he dado todavía razones para odiarme, simplemente eres un niñato maleducado y mimado con rabietas de niño pequeño—Prosiguió el ruso, sin morderse la lengua en todo lo que tenía que decir.

Estaban atrayendo algunas miradas, aunque cuando veían que se trataba de Alemania los ojos ajenos volvían a desplazarse; no era raro verle discutir.

—¿Tanto te importa caerme bien?

—Ugh, no quiero ser tu amigo Alemania, pero sería más fácil trabajar contigo si no pareciese que tienes doce años.

—Insultándome no ayudas.

Rusia gruñó para sí mismo, exasperado por la actitud ajena—¿es por lo de tu apellido?

El alemán se mordió el interior de la mejilla, algo avergonzado porque bueno, sí, en parte era por eso, aunque ahora que recapacitaba había sido una idiotez.

—Era un broma ¿vale? No sabía que no tenías sentido del humor.

Alemania resopló, poniéndo los ojos en blanco y girándose sobre sus talones, dispuesto a irse y abandonar la conversación—Déjame en paz, Rusia.

El susodicho no le siguió, cruzándose de brazos y contestándole de mala manera—La próxima vez que vea a Interpol, créeme, te vas a ir de patitas a la calle.

Lo sentía por la promesa que había hecho con Bélgica, pero no pensaba poder soportar mucho más a su superior.

El azabache iba a contestar con otro comentario sarcástico, pero el repentino y fuerte olor a metal le paró los pies de nuevo. A su izquierda, las puertas de un ascensor se habían abierto, y de él, la figura imponente del director general hacía presencia, móvil en mano y aparentemente escribiendo a alguien.

𝐈𝐧𝐝𝐨𝐦𝐚𝐛𝐥𝐞 - RusGer || OmegaverseWhere stories live. Discover now